No descubrimreos la sopa de ajo al insistir en la escalofriante capacidad de Ana Rosa Quintana para intoxicar a los teleespectadores que cada día se tragan su magazín de Telecinco. Maestra absoluta, lo hace de forma delegada a través de los Indas, Negres (en paradero desconocido) o Juan Carlos Girautas de turno, o muy a menudo, protagonizando ella misma episodios nada imparciales ni moderados. Sí, tiene ideología y unos cuantos secretos a esconder, pero incluso así tendría que guardar cierta seriedad, decencia e inteligencia, además de neutralidad profesional. Eso es ciencia-ficción en España, donde el jefe del estado es el primero que se salta 'a la torera' sus limitaciones y ofende a millones de personas riendo las mentiras de los ultras. Y Ana Rosa es de la cuerda. Mejor dicho, ella es la cuerda. Y le está haciendo un nudo en el cuello al posible pacto de gobierno PSOE-UP, asfixiándolo a conciencia... y con inconsciencia.
La red hierve con lo que propuso Quintana hace unos días al hilo del posible gobierno de coalición: un referéndum. Sí, han oído bien. Un referéndum. Aquello que te puede costar unos porrazos, patadas, fracturas, vejaciones y resto "de actuaciones proporcionadas" por parte de los cuerpos de seguridad españoles, cómo comprobamos el 1-O de 2017 en Catalunya y que vio todo el mundo, menos el españolismo militante de gente como, oh sorpresa, la periodista de Telecinco. La palabra referéndum saliendo de sus labios suena en su cerebro como si las expresara Churchill luchando contra los nazis. Pero no, es ella, Es Ana Rosa y sus anarosadas, alertada por la invasión de rojos, comunistas y separatistas en La Moncloa. ¡Lagarto! Lo que haga falta. ¡Que pongan las urnas! Y claro, le han preguntado "¿Te suena el 10-N? ¿Elecciones generales?" El ridículo es despampanante.
El mensaje en Telecinco parece claro: votaremos hasta que la reina de las mañanas quiera. Estamos avisados.