Ana Rosa Quintana ha intentado jugar con las emociones de su audiencia. Sobre todo las de aquellos que ven el programa pero no son devotos, más bien todo lo contrario. Gente que sufrimos una mezcla entre estar alerta de sus sandeces y un punto de masoquismo audiovisual. Nada nos haría más felices que dejar de escucharla durante una buena temporada, al estilo Antonio David Flores. Que se vaya, sí. Pero no hay manera. De vez en cuando nos toma el pelo desapareciendo de su plató, pero siempre vuelve. Más tarde o más temprano, pero vuelve. Ya pasó durante el confinamiento más duro, por ejemplo. Una Ana Rosa sufriendo los efectos de la alergia y con voz terrorífica se marchaba a casa a descansar en medio del programa. Aquello duró tan sólo un par de días.

Ana Rosa sobre Rocío Carrasco / Telecinco

ANA ROSA CON VOZ TERRORÍFICA, ABRIL DE 2020:

Ana Rosa afónica / Telecinco

Más corta, pero más inesperada, ha sido la ausencia repentina durant esta misma mañana de la polémica comunicadora. Después de dos horas de programa y al volver de una de las pausas publicitarias, ya no estaba. Había desaparecido por arte de magia. En su lugar, un Joaquín Prat que parecía acabar de ser secuestrado de allí dónde estaba. Sin maquillar, con aspecto poco lucido y bastante despeinado. El cambio de cromos llamó la atención del espectador, que no entendía nada. ¿Le había pasado algo? ¿Por qué no explicaban nada? La solución llegó 30 minutos más tarde, con la dueña del programa reapareciendo y rompiendo el corazón de aquellos que soñábamos con una Telecinco libre de AR. La razón, un repentino test de antígenos contra el coronavirus. Se ve que no habían encontrado un momento mejor para hacerlo que en pleno directo. Ana Rosa se explicaba: "aquí son muy estrictos y tenía hora para hacerme un test. He dado negativo, por cierto". Ser estricto está bien, pero ser razonable, previsor y profesional todavía es mejor.

Joaquin Prat despeinado y sin maquillar subsituieix Ana Rosa / Telecinco

Ana Rosa sin gafas / Telecinco

Nada, que tendremos a Ana Rosa hasta que se retire. Da la impresión que no tiene ninguna intención de hacer felices a sus detractores.