Si 'TardeAR' de Telecinco es el gran fiasco de la televisión actual, se dice y no pasa nada. Especialmente porque a pesar del pésimo programa, el penoso sesgo editorial y la insoportable presencia de un radical de derecha extrema como Ana Rosa Quintana, el espacio tiene bula divina. Quintana es quien manda en Mediaset, hasta que Meloni y los herederos de Berlusconi no digan lo contrario. Y fichar a Carlos Franganillo no es más que una operación cosmética. Que parezcan plurales, y tal, para seguir inoculando la dosis de caspa habitual a los espectadores. Una audiencia, eso sí, en clara estampida: AR ya no es la reina. Ni princesa. Es... otra cosa.
Lo más adecuado sería hablar de pasaje del terror, plagado de personajes a quien poner un micrófono en la boca es una auténtica temeridad, un aburrimiento y una horterada. Especialmente Mario Vaquerizo, cada día más irrelevante, patético y molesto. Pero claro, es el star system facha que le gusta a la dueña del cortijo. Después tenemos otras presencias que chirrían, como la de Xavier Sardà. El catalán es un animal televisivo, un polemista de vieja escuela. Subió al barco de Quintana por diferentes motivos que adivinamos: ego, pasta y una manera de colar el reencuentro de 'Crónicas Marcianas'. Ocupa una silla de tertuliano desde el primer día, haciendo el papelón de superentregado a la causa quintaniana. Pero Sardà es un rojo, y Quintana lleva la camisa azul por debajo del vestido. Son agua y aceite. No se soportan. Solo les une la aversión antiindepe. El resto... ni de coña.
El ejemplo más visible, lo que pasó hace unas horas durante el primer programa postvacaciones de Navidad. El tema de las mascarillas y su obligatoriedad ante la emergencia por las epidemias respiratorias, ocuparon parte del debate. Quintana, obsesionada con criticar al gobierno central, hacía mofa de la medida de las "autobajas" de tres días que estudia Sanidad. Al tocar el tema del uso de la protección exterior, apelaba a la responsabilidad individual. Claro que sí, reina, siempre contra las normas... si no son de PP o VOX. Y por aquí ha venido el pollo con Sardà, porque el catalán ha osado tocar la cresta de su ídola, Isabel Díaz Ayuso: "Que en Madrid digan que puede no ser necesario ponerte la mascarilla cuando vas a un centro sanitario". Ah, no guapo. Por aquí no. Ayuso no se toca.
"Ya empezamos a meternos con Madrid. Sardá, pareces del Gobierno, tío". El tono despectivo y autoritario de Quintana no ha cambiado ni pizca con la entrada del año nuevo. Por mucho menos han rodado cabezas en Telecinco, Xavier, y sin tener que recordarle los miles de ancianos abandonados y fallecidos en residencias. Ahora bien, o Sardà tiene la sartén por el mango o le importa todo un rábano, cosa que nos parecería fantástica. "Y tú del de la Comunidad de Madrid". Choque: "Yo soy del Gobierno de Madrid", remachaba la presentadora, con el bufón Vaquerizo haciendo de mini-yo: "Yo soy madrileño y a mucha honra". Sí, y unas cuantas cosas más no demasiado honorables: negacionista del sentido común y la inteligencia más elemental, como insinuó entre carcajadas Xavier. La cosa está clara: esto petará. Acabarán mal. Y no nos sorprenderá.