Anabel Pantoja, la famosa influecer y tertuliana de Telecinco, tiene una extraña relación con la televisión. A duras penas consigue mantener las formas, una actitud que le ha traído más de un disgusto. Sus rabietas en 'Sálvame' son legendarias: como buena defensora a ultranza de su tía Isabel, es capaz de morder la mano de quien sea. También la de los directores, presentadores y compañeros de Mediaset: todos ellos han sufrido su ira. Incluso abandonó el espacio durante un mes, harta de los ataques que recibía. Esta semana no ha aparecido por el plató, después de ser sancionada sin empleo ni sueldo por el enfrentamiento desagradable que mantuvo con Rafa Mora. Ahora bien, como su chico Omar participa en 'Supervivientes', no ha dejado de salir en pantalla. Por ejemplo, en la gala de este jueves, presentada por Jorge Javier Vázquez.
La pareja de Anabel, un canario al que llaman 'El Negro', está protagonizando algunas de las discusiones y enfrentamientos más comentados del reality. Salió de Madrid con el disfraz de niño bueno e inocente, pero ha tardado muy poco en demostrar que eso de discutir y pelearse es todo un arte en su casa. Y como da juego, los programas siempre tienen a punto el teléfono para conectar con Pantoja. El problema es que el Anabel no siempre está en las mejores condiciones, o sencillamente, que realmente le importa todo un rábano. Es verdad que las esperas de los invitados de Telecinco pueden ser eternas, más todavía en programas que duran 3,4 o 5 horas. Y pasa factura. Estuvo a punto de marcarse 'un Frigenti': es decir, quedarse dormida en pleno directo. Faltó un pelo. Jorge Javier se meaba de risa mirándola por una ventanita, a punto de caer, con la mirada perdida y los ojos bajando la persiana. Las mofas de plató la espabilaron y pudo escapar de esta situación tan comprometida sin abrir la boca. Eso sí, con la bofetada del presentador catalán: "está ya por la digestión de la segunda hamburguesa y el quinto yogur".
Anabel y la tele: está hasta las narices de ella, pero le gusta la nómina que recibe a final de mes. Tiene mérito: cobra incluso mientras duerme. Eso sí que es tener talento.