El universo Pantoja es un filón inagotable en T5. También para los miembros de la estirpe, que eso sí, tienen que pagar peaje de vez en cuando. Por ejemplo: la última polémica entre la tonadillera Isabel Pantoja y su hijo Kiko Rivera, a raíz de la entrevista del disc-jockey en 'Sábado Deluxe' en la que justificó infidelidades a su mujer porque estaba deprimido, después de haber superado sus problemas de adicciones. El caso es que la madre entró por teléfono y sus palabras encendieron la mecha de una nueva bomba familiar: menos llantos, que hay gente que está sufriendo una pandemia y tú te quejas de no-se-qué-depresión. Este sería el resumen del primer capítulo del drama, que ahora ya es tragedia y guerra total. El hijo embiste a la madre: "mi tristeza viene porque la persona a la que más he amado y amo, mi madre, no sabe diferenciar entre Isabel Pantoja y madre, esa es mi tristeza".
El sopapo ha hecho enfurecer a Isabel, y se extienden los rumores de que la verdadera batalla es económica: Kiko se queja de que no recibe dinero de la madre, querría que vendiera su refugio de Cantora y empieza a poner sobre la mesa que quiere la herencia del padre muerto. La economía es un castigo en esa familia, sólo hay que repasar los antecedentes. La disputa, sin embargo, afecta a más personajes del clan. Concretamente, ha impactado en toda la cara de Anabel Pantoja, sobrina y colaboradora de 'Sálvame', donde se dedica a defender a la familia de las diferentes polémicas. Ahora, eso sí, ha exigido que le respeten el silencio para no meter la pata con la tía y el primo. La lleva clara. 'Sálvame' no es ninguna ONG, y le reclaman que se moje, que para eso le pagan (600€ cada intervención, por cierto). El programa le ha grabado una conversación en la que ponía a todo el mundo a caldo: a los colaboradores, "unos hijos de puta", los directores "me quieren joder", los redactores "manipulan laso conversaciones" y mienten, e incluso salpicaba a Belén Esteban y su hija (cosa que ha hecho reventar a 'la princesa del pueblo'). Jorge Javier Vázquez asistía atónito al ataque de furia y le recordaba dónde estaba, a que se dedicaba y sobre todo, que no mordiera la mano de lo que le paga religiosa y generosamente por trabajar muy poco. De hecho, el show la ridiculizaba con los rótulos: "Anabel no quiere hablar de Kiko ni de Isabel. ¿Y de qué hablará, del Ibex35"?
Anabel, convaleciente en casa después de haberse fracturado el peroné , se dio cuenta de que se estaba enterrando definitivamente. Después de incendiarlo todo, bajó la cabeza tras una publicidad y pidió disculpas a todo ser viviente. "Manolete, Manolete, si no sabes torear pa' que te metes".