Corría el mes de enero del año 2013 cuando Andrea Fuentes decidió retirarse de la natación sincronizada y dar por acabada una carrera brillante como deportista, con tan sólo 29 años. ¿El motivo? No estaba a gusto con los cambios en el equipo después de la sonada destitución de Anna Tarrés al frente de la Selección. Tras dos décadas dedicadas a la alta competición, la medallista olímpica catalana dio un paso atrás y empezó a dedicarse exclusivamente a formar a nuevas atletas. Una nueva vida como profesora bastante exitosa. Tanto, que el pasado mes de septiembre la nombraron seleccionadora nacional de los EE.UU.
Medalla de oro en los Mundiales del 2009, doble plata en los Juegos de Pekín 2008, plata y bronce en Londres 2012... éxito tras éxito hasta acabar dirigiendo la selección del país donde nació la natación sincronizada. Andrea Fuentes tiene la misión de relanzar un equipo y un deporte que van a la baja en EE.UU. desde los éxitos conseguidos en los años 80 y 90 del siglo pasado. En el horizonte más inmediato de la entrenadora de Valls, las Olimpiadas de Tokio 2020.
En noviembre del 2018, hace ahora ocho meses, Andrea Fuentes se mudó con la familia a California y comenzó su nueva etapa profesional. La nadadora catalana se ha instalado en San Francisco con su marido, el gimnasta barcelonés Víctor Cano, con quien se casó en 2013, y sus dos hijos, Kilian (nacido en 2014), y Sira (que nació en el 2017).
Junto a San Francisco se encuentra Moraga, la localidad donde trabaja con el equipo estadounidense de natación sincronizada. Allí pasa las horas, entrenando en las piscinas de una escuela superior a las chicas que luchan para ser las próximas campeonas mundiales de su modalidad.
Andrea Fuentes ha vuelto recientemente a Barcelona. Fue en mayo, cuando la ciudad acogió las World Series. El equipo estadounidense, que también participó, mostró entonces ciertas mejoras y una buena disciplina. Cualidades que llevan el sello de la nadadora catalana, que lucha para conducir al éxito a la renovada selección norteamericana.