La noche del 12 de noviembre ya forma parte de la historia por dos fiestas que se celebraron simultáneamente en sendos lugares del Estado: una, en Palma, donde Rosalia y su novio Rauw Alejandro enloquecían a las redes sociales con un beso de película y la cara de póquer de Ibai Llanos. La otra tenía lugar en Madrid, en la discoteca Teatro Kapital. La celebraba una buena amiga de Rosalia, Belén Esteban. Esta semana ha cumplido 48 años, y la conmemoración ha sido de época: 180 invitados, como si fuera una boda. De este gentío, evidentemente, había un montón de caras conocidas, la mayoría de ellas del universo de Telecinco: Carmen Borrego, Laura Fa o David Valldeperas, entre otros, aunque también fueron socialités como Eugenia Martínez de Irujo.
La cita era de campanillas, a todo trapo. No faltó absolutamente nada. Más que una fiesta de aniversario, los alrededores y el interior del famoso local de ocio del centro de Madrid parecían un circo. Quizás por eso que Belén escogió un estilismo muy adecuado, con una chaqueta de domadora de fieras. No llevaba ningún látigo, aunque no descartamos que lo escondiera en el guardarropa por si tenía que poner orden entre tanto desenfreno. La de San Blas, adoptada en Paracuellos, era puro gozo junto a sus seres más queridos. Uno de los principales, su marido Miguel Marcos, quien la acompañó a lo largo de la noche. Pero no era el único. De hecho hubo alguien muy especial que la eclipsó, aunque seguramente no era lo que deseaba.
Estamos hablando de Andrea Janeiro, su única hija, fruto de su complicadísima relación con el torero Jesulín de Ubrique. Andrea nunca ha querido participar del mundo del cotilleo, y de hecho hace tres años que se largó al Reino Unido para completar su formación académica. Unos estudios que también han sido motivo de enfado de su madre contra su ex, y que podríamos resumir con la frase que dijo cuándo vio la operación de pecho de Julia Janeiro, la otra hija de Jesulín con María José Campanario: "A una le pagas las tetas, y a la otra no le pagas ni la mitad de sus estudios". Las apariciones públicas de Andrea, de 22 años, son absolutamente esporádicas. Pero no se quiso perder una cita tan especial para su madre, claro. Llegó al lugar intentando pasar desapercibida sin quitarse la mascarilla, pero era imposible. De hecho eclipsó a la homenajeada sin quererlo.
Fueron tan sólo unos segundos, pero el impacto fue tal que todo el mundo rosa destaca la presencia de Janeiro como lo más llamativo de la noche. Evidentemente llegó sin su novio inglés Daniel Wozza, porque pararse frente a la discoteca con él hubiera provocado un terremoto de categoría desconocida. Como iba tapadita y con actitud esquiva no pudimos apreciar demasiados cambios en su aspecto. Pero aparte de una melena bien peinada y que acababa con unas ondas muy marcadas, todo hace pensar que mantiene el 'look' con el que la vimos por última vez en julio. Lo recordamos.
Ella no quiere, la madre tampoco, pero no se puede luchar contra los elementos: Andrea Janeiro provoca una expectación brutal. Y la dosificación de sus apariciones multiplican este efecto.