Para los seguidores de la NBA, aparte de los míticos Boston Celtics y Los Angeles Lakers, otra franquicia nos robó el corazón a muchos de nosotros ya hace unos cuantos años. Un equipo, los Chicago Bulls, que contaba con el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos, el mítico Michael Jordan. Su camiseta roja con el icónico número 23, con el logo del toro, es una de las camisetas más vendidas del mundo, todavía ahora, y mira que hace años que 'Air' colgó la camiseta. Pero ver aquellos Bulls era entrar en otra dimensión. Ver a los Jordan, Pippen, Rodman, Kukoc y compañía eran pellizcarse viendo jugar como los ángeles a los toros.
Esta pasada madrugada, el equipo, que no pasa precisamente por sus años más gloriosos, celebraba una noche especial, una 'noche latina', donde los Bulls eran 'Los Bulls' más que nunca, con artículo en castellano, y donde la pantalla gigante que cuelga del techo de su pabellón, el videomarcador del United Center, rindió homenaje a uno de los presentadores y narradores más emblemáticos del mundo del baloncesto en general y de la NBA en particular. Alguien que nos hizo perder muchas horas de sueño viendo los partidos que él retransmitía a altas horas de la madrugada al lado de su inseparable Antoni Daimiel en el Canal+. Hablamos del gran, inimitable y único Andrés Montes.
El periodista español, que desgraciadamente nos dejó en el 2009, con solo 53 años, tenía un look y una manera de narrar únicas. Su imagen, calvo, con sus gafas redondas y sobre todo, una pajarita, era maravillosa. Y todavía más su bondad y su manera de ver y vivir el baloncesto. Sus apodos, sus frases definiendo jugadores, y no solo en baloncesto, porque recordemos que también narró partidos de fútbol para La Sexta, donde popularizó aquello de "Salinas, ¿dónde están las llaves?" al lado de Julio Salinas. Pero sobre la NBA, hay decenas de frases y motes que los fans no hemos olvidado: "triiiiiiiple", "¿por qué todos los jugones sonríen igual?", "Eso no es un pase, es una sandía", "La vida puede ser maravillosa", "Tiquitaca, tiquitaca", "Viviendo la magia del bàsquet", "Bienvenidos al curso baloncestístico...", "¡Jugón!", "Aerolíneas Jordan", "Shaquille O'Neal y el artículo 34: 'Hago lo que quiero, cuando quiero, como quiero y donde me da la gana'", "Qué bien nos lo estamos pasando". Y así hasta el infinito:
Pues bien. Durante el partido de los Bulls en esta pasada jornada latina, contra los Miami Heat, en el descanso del primer cuarto, el United Center proyectó en las pantallas del videomarcador una narración legendaria de Montes en el Plus. Una canasta mítica, de las que más se recuerdan (y mira que las hizo de todos los colores) de Michael Jordan, la que consiguió en las finales de la NBA de 1998 contra los Utah Jazz. Unas imágenes del icónico lanzamiento, rompiendo las caderas de un rival (Russell), acompañadas por las palabras apasionadas y enloquecidas de Montes y su "¡Jordan, Jordan, Jordan! ¡Canasta, canasta, canasta! Me llamo Michael, Michael Jordan. ¡Como James, James Bond!" que ha pasado a la posteridad.
Unas imágenes que vieron los aficionados que fueron a ver el partido de los Bulls y que ha emocionado a muchos fans, empezando por su inseparable Daimiel (que, recordemos, después de esta canasta soltó el también mítico "Dios volvió a disfrazarse de jugador de baloncesto"). Un Daimiel que alucina al verlo, "¡Increíble"!:
Lágrimas de los fans recordando aquel momento y viendo el homenaje en la pista de los Bulls. Andrés Montes, eterno.