Si todavía no siguen la cuenta de Instagram de Andreu Buenafuente, no sé qué esperan en hacerlo. El cómico de Reus es un genio, y no sólo cuando se pone delante de las cámaras para presentar el indispensable Late Motiv. El presentador, amante de la imagen y la fotografía, a menudo regala a su multitud de fans unas imágenes de su día a día que valen mucho la pena. A menudo se le ve a él mismo, haciendo muecas o gestos humorísticos, pero también sale a menudo su querida Sílvia Abril, otras veces son momentos irrepetibles en el trabajo, pero en ocasiones, es su casa lo que retrata. Escenas que se encuentra cuando está con las mujeres de su vida, Sílvia y su hija Joana.
Difícilmente encontrarán en el mundo artístico de este país a dos personas más originales, creativas y con un dominio escénico como Andreu a Buenafuente y Sílvia Abril. Llevan el show business en la sangre y saben crear de la nada situaciones peculiares que llaman la atención y puestas en escena que hacen que, como mínimo, pongamos la mirada y nos fijemos en lo que viene a continuación. Y una vez más, la genética acaba de demostrar que por las venas de su hija corre el talento y el ingenio de sus padres.
Andreu pasa muchas horas en casa, jugando con su hija, a pesar de la hiperactividad profesional que sigue teniendo a sus 56 años. Buenafuente está hecho un padrazo y es el primero que se apunta a jugar con muñecos, unicornios o lo que haga falta para que su hija sea feliz.
Este fin de semana, alguno de los protagonistas de la imagen de arriba han sido escogidos por la pequeña Joana para sorprender a sus padres. En tiempo de pandemia, las autoridades recomiendan no hacer comidas si no es con personas de la misma burbuja. Y eso es lo que se ha encontrado el bueno de Andreu. En casa de los Buenafuente-Abril no son solo 3, antes cuatro, si contamos a su querido perro Mel que murió hace unos meses. También conviven otros miembros de la familia que este sábado estaban sentados a la mesa esperando la manduca. Una recreación de una mariscada en la playa, pero sin salir de casa, con unas buenas sardinitas, un salmonete, una trucha, unas almejas y unos mejillones. "Aquí comiendo con unos amigos, esto entra sin hambre", escribe orgulloso el cómico catalán. Ni que lo jure. Y más, cuando el hambre se alimenta del amor por una hija.
"Lo más cerca que algunos estamos de una cena con amigos desde hace año y pico", escribe alguien con sorna en la red. "Mí primera comida de FISHer Price", escribe otro. "¡Los mejillones están cerraos! ¡No te los comas"! o "¡Qué suerte, a ti te ha tocado el salmonete!", le ponen otros... Pero la verdadera suerte no es esta. Ni que le hubieran tocado en su plato medio kilo de gambones de Palamós. La verdadera suerte de Andreu y Sílvia es tener una hija como la que tienen. Que no deje de soñar. Y de crear. La próxima generación de Buenafuente Abril pisa fuerte.