La deriva del presentador de Antena 3, Pablo Motos, es preocupante. Cada día alcanza nuevas cotas de ridiculez, hipocresía y 'cuñadismo'. El valenciano ha convertido su programa en una tribuna donde pontifica sobre política y epidemiología, dos materias en las que aplica la misma lógica absurda y sesgada. Insulta el Dr. Fernando Simón al estilo Carmen Lomana, es decir, metiéndose con su aspecto físico y diciendo que "parece que duerma en el coche", y envía un mensaje de experto en pandemias, reiterando la obligatoriedad de llevar mascarilla cuando salimos a la calle. Pero cuando Motos se quita la capa de sabelotodo mediático y vuelve a ser un ciudadano más o menos vulgar, le pillan haciendo exactamente lo contrario a lo que predica: cazado yendo a trabajar "a pelo". Vaya, Pablito.
Motos, que cuando habla en 'El Hormiguero' parece estar a punto de inyectarse desinfectante cómo recomendó a Donald Trump, es el puro reflejo de la costumbre de ultras y similares: la doble moral. Él levita sobre el resto de mortales, claro, aparte de ser inmune al coronavirus, del que conoce cada intimidad. Ay, si el virus nos hubiera cogido con él como ministro o presidente. El caso es que, evidentemente, el presentador es objeto de todo tipo de críticas, algunas bastante humillantes (y merecidas). La del escritor gallego Antón Losada es una de ellas, calificándolo con toda la intención de "coloso intelectual".
Como comunicador, aburrido y machista. Como comentarista político, parcial e interesado. Y como experto sanitario, una pandemia con forma humana. Motos, go home. Y con mascarilla y guantes, por favor. Que tu chófer y los compañeros de cadena no tienen la culpa.