El debate sobre la moción de censura al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, arrancado por los ultras de Vox, continúa en el Congreso, donde primero el diputado Ignacio Garriga y después el líder de la formación, Santiago Abascal, han vomitado una barbaridad tras otra desde el atril.
Garriga, encargado de iniciar los ataques al presidente español, ha utilizado, como era de esperar, términos guerracivilistas tirando de una retórica retrógrada: "Han hecho de España una serie en que cada temporada es peor: más muertos, más miseria, más intrigas de palacio, más políticos en palacio y más agentes encubiertos al servicio de terceros países", hablando de "catástrofe nacional" y recordando a políticos catalanes, "¿Por qué quería traer al golpista Puigdemont? Para indultarlo"?. Una exposición tronada, plúmbea, de vergüenza ajena y que a duras penas arrancaba cuatro aplausos adormecidos de su bancada. Pero el resto de presentes, y los espectadores, a punto de cortarse las venas de aburrimiento e incredulidad. Como Antón Losada.
El profesor de ciencias políticas alucina con cómo de patético se puede llegar a ser a ojos de todo el mundo. Primero, diciendo sandeces de padre y muy señor mío:
Después, pidiendo que Garriga acabara su esperpento y verbalizando más claro que nadie qué le provocaban las palabras del diputado de Vox y su puesta en escena:
Garriga ha finalizado su discurso. Lo celebramos. La pena es que después de él, ha cogido el turno de palabra Abascal... De Guatemala a Guatepeor.