Javier Ortega Smith, uno de los líderes supremos de VOX, asqueaba a los espectadores de TVE con una vomitiva frase que está dando la vuelta al mundo. "Las Trece Rosas torturaban, violaban y asesinaban vilmente en las checas de Madrid". Trece mujeres jóvenes fusiladas por la dictadura 4 meses después de acabar la guerra, y según la sentencia de 1939 por "adhesión en la rebelión". Ni los mismos jueces que las condenaron hablaron de violaciones, ni de torturas, ni de asesinatos. Pero Ortega Smith, el capitán facha del siglo XXI, reescribe la historia insultando la memoria de las represaliadas, que pertenecían a las Juventudes socialistas de aquella época. La infecta afirmación ha dejado en anecdóticas otras estupideces como "¿arderán las iglesias como en el 36?" de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, o los medios ultras hablando de "profanación de tumbas", y sólo se puede comparar con aquello de "van a tener que poner crespones negros" si el Gobierno exhuma a Franco del Valle de los Caídos, pronunciado por un miembro de la asociación Movimiento por España. El escándalo es tan nauseabundo que hay quien no puede callar, como Antón Losada, que le ha respondido como merece: "No se puede ser más miserable y franquista".
Losada reaccionaba a las palabras del ultra a través de sus ya famosas cápsulas de vídeo, donde explica con maestría y contundencia lo que piensa del personaje en cuestión. No le hacen falta más de 40 segundos para desmenuzar al autor de estas graves calumnias, que forman parte del catálogo de infamias de Ortega Smith. Mentiras aberrantes que seguramente son las que comparte con su público en reuniones donde se hace apología de la peor etapa de la historia española, alabando a Primo de Rivera, Franco y al 'chupacabras', si este lleva en la muñeca una banderita de España. Un público que también ha desenmascarado Losada: "cobardes" que "mienten y faltan a la memoria de los muertos sin ni siquiera tener el coraje de firmar con su nombre y apellidos. Como hacemos los que decimos la verdad"
La dignidad tiene nombre y apellidos, y no es el de Javier Ortega Smith. Él se parece más a un hooligan pasado de vueltas, como aquellos con bates de béisbol que atemorizan localidades como Calella con nocturnidad, alevosía y sobre todo, impunidad.