A situaciones excepcionales, medidas excepcionales. Las autoridades piden que la ciudadanía se quede en casa para evitar que se propague el coronavirus más de lo que ya lo está haciendo. La gran mayoría hace caso, excepto algunos que o no entienden que quiere decir quedarse en casa o no lo quieren entender. El confinamiento implica, aparte de grandes dosis de voluntad y paciencia, establecer una pauta para hacer más soportable estar encerrados en casa el tiempo que haga falta y salir sólo lo imprescindible, bien para ir a comprar alimentos, bien para ir a trabajar si no hay más remedio. Hay quien toca en la intimidad la guitarra que le acaba de llegar inesperadamente, como Andreu Van den Eynde. Hay quien sopla las velas de su cumpleaños, como Espartac Peran. Y hay quien perpetra vídeos patéticos con comentarios xenófobos, como Ortega Smith.

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Antonio Baños también está en casa haciendo caso de las prescripciones. Pero la conciencia que él demuestra no la encuentra en algunos vecinos que se piensan que esta situación es como una megafiesta de 15 días (o más). Personas que han hecho de sus balcones o de las azoteas unas discotecas improvisadas. Como si fuera una rave casera de la estupidez:

La ira del escritor va en aumento a medida que pasan las horas y el repertorio musical de los vecinos se desata y degrada cada vez más:

Harto, Baños ha llegado al límite de la paciencia y aporta más datos sobre quien se ha montado una fiesta privada a costa del confinamiento por el coronavirus:

Pasar el confinamiento como cada uno pueda. Evitar que no se contagie el coronavirus. Y si se puede, evitar que tampoco se contagie la estupidez humana, pero eso ya es más difícil.