Antonio Tejado suma un día más a su calvario personal: ya hace 48 horas que duerme en la cárcel, acusado de ser el autor intelectual del robo en casa de su tía, la cantante María del Monte. El excolaborador de Telecinco forma parte, según la investigación de la Guardia Civil, de una banda especializada en el asalto en domicilios, y con la que tiene vínculos estrechos. El escándalo es mayúsculo, claro. Sórdido en cada detalle, también. Después de cometer el robo con fuerza, Tejado se presentó en la casa para consolar a María y su pareja Inmaculada Casals, a la que ataron y amordazaron. Les llevó un cachorro de perro, como regalo. Se está hablando de las motivaciones de Antonio para cometer esta barbaridad, como unas deudas estratosféricas por mala vida y malas decisiones. La verdad, poco a poco, irá saliendo a la luz.
Al margen del proceso judicial, ya tenemos batalla mediática. El alud de testimonios sobre el mal final que auguraban a Antonio es incesante. Muchas caras conocidas, desde Ana Rosa Quintana a Tamara Gorro, lo han hundido. También su exmujer, Alba, con la que tiene una hija que ha visto cosas duras. Incluso salió a la luz la primera reacción de su propia madre, María José García: "Que cuente la verdad", venía a decir. No le hizo caso: calló durante la declaración con el juez. La señora se olía que Tejado iba por el camino de la amargura con compañías indeseables, pero imposible llegar a imaginarse un crimen contra su sangre. La conmoción era evidente. Con el paso de las horas, sin embargo, todo empieza a moverse, a marcar la línea entre bandos.
Bandos, sí. Alguien habrá quien defienda a Antonio, aunque las informaciones que se van filtrando y exponiendo no lo beneficien demasiado. Y este alguien serán los abogados, la propia madre y el hermano Chema. La defensa ya ha empezado, Antonio es inocente. Demostrarán cuando y donde toque, dicen, y amenazan con acciones legales contra los medios de comunicación que "publican falsedades". Una bravata, porque pinta mal. Antonio lo sabía cuando lo detuvieron en su casa y se dio cuenta de que dormiría bajo custodia sine die, en comisaría. Lloraba como una magdalena, lo tuvieron que atender por un cuadro de ansiedad. La culpa, la magnitud del escándalo, el dolor a la familia, a la novia ingenua. Todo pasaba factura. Pero una madre es una madre: "Ya os podéis imaginar el sufrimiento que tengo y que quiero que todo se aclare muy pronto. Confío en la inocencia de mi hijo".
El hijo, sin embargo, acaba de tomar una decisión drástica que hará todavía más daño a la señora: ha prohibido las visitas al centro penitenciario. No quiere que nadie lo vea, especialmente ella, y solo ha autorizado la presencia de Chema, a quien erige en portavoz de manera oficial. "Si queréis encontrar una imagen de una familia destrozada o algo de eso no la vais a tener. Somos una familia unida y fuerte, que va a seguir su vida normal si nos dejáis". De acuerdo, Chema. Pero reconoce que, normal, normal, vuestra vida ya no lo es. Antoñito lo ha liado. Más que nunca.