La vida de Antonio Tejado ha dado un salto de calidad importantísimo durante las últimas semanas y meses. Un salto hacia abajo, claro. Cuando menos desde agosto, cuando según la investigación de la Guardia Civil decidió colaborar con una banda de atracadores para asaltar la casa de la cantante y presentadora María del Monte, la tía de Tejado. Sin embargo, durante meses ha pensado que nunca darían con los culpables, ahora detenidos y que duerme en la cárcel desde hace una semana. Entre ellos, Antonio. La exestrella de Telecinco, Casanova de chichinabo, juguete roto mediático e imán de problemas asociados a excesos y adicciones. Un escándalo del cuore más descarnado que mejora cada día que pasa.
Antonio, internado sin fianza en la prisión Sevilla 1 como posible autor intelectual del robo, se ha hecho rápidamente a su nueva vida de recluso. Pasado el impacto inicial, negándose a declarar, llorando en el calabozo e incluso intentando evitar la visita de su madre, todo se coloca en su sitio. La madre María José, devastada, pudo verlo en persona el fin de semana. Los abogados de la familia intentan todo tipo de maniobras para alejar a Tejado del crimen, mientras empiezan a aparecer sospechas sobre la figura más débil: una empleada del hogar a la que no han tomado declaración. Tejado ha hecho un último movimiento desesperado; pedir a María del Monte un cara a cara, un encuentro. Ha sido rechazado, María lo conoce y no querrá que la enrede. La enrede más. Ah, sí, y todo presuntamente, claro.
El ex de Chayo Mohedano, Alba Muñoz, Ylenia Padilla y ahora Samara Terrón, su actual novia, quedó detenido durante el registro de la Benemérita en diferentes domicilios y locales de Sevilla y alrededores. Fue de madrugada, en torno a las 5. Un horario habitual para este tipo de operaciones, ya que normalmente coges a tus sospechosos en la cama o con la guardia baja. No parece que sea el caso de Antonio, ni mucho menos. Él estaba en plena actividad, según han revelado en el programa de Federico Jiménez Losantos. La veterana periodista Beatriz Cortázar ha puesto sobre la mesa una información sorprendente, desagradable, incluso insólita y digna de un superhéroe. Tejado es mucho Tejado. Bárbara Rey dijo de él que "tenía todo en su sitio"; pero o no se fijó bien, o ha desarrollado nuevos apéndices o, sencillamente, Cortázar se ha hecho un lío.
¿Qué hacía Tejado en aquel momento? Atención a las palabras, son literales del programa de ESRadio: "La polícia entró de golpe, sin avisar. Le pillaron con una doble conversación. Se estaba autosatisfaciendo. Él consigo mismo y con dos a la vez, con un teléfono en cada mano". Se estaba dando placer de una manera extraña, no salen las cuentas. Si estaba él "consigo mismo" y tenía "un teléfono en cada mano", sobran brazos y piernas. O falta gente. No imaginamos al personaje como un maestro del contorsionismo, no. Da igual: lo que importa es la escena, a grandes pinceladas, que ha pintado Beatriz. Sucia. Viscosa. Turbia y loca. Como todo este alboroto. Por eso engancha.