Hace unos años, Aránzazu Aznar, que adoptó el apellido de su madre, apareció desnuda en la revista Interviú "porque necesitaba dinero para mandar a mi hija a estudiar a Japón". Aquella portada provocó que rompiera las relaciones con su familia, concretamente, con el hermano de su madre, el expresidente José María Aznar, y su mujer, Ana Botella.
Ahora, ella misma, conocida como 'la sobrina díscola', vuelve a hablar de su familia en unas declaraciones para la revista Lecturas. Y el paso del tiempo no ha hecho que mejore lo que piensa de sus tíos: "Ya no son mi familia, los he borrado. Nunca les he pedido nada y menos dinero". Aznar también asegura rotundamente que nunca les perdonará "el daño que le han hecho a mi madre y a mis hijos".
La exconcursante de Supervivientes, sin embargo, contra quien carga más duramente es contra otro familiar, todavía más directo que su célebre tío. Su padre. Para la citada publicación, Arán Aznar recuerda el infierno por el que pasó, con especial atención a una frase sobrecogedora, cuando afirma haber sido violada por su padre biológico cuando ella tenía sólo tres años: “Debía tener unos cinco años cuando mi madre me contó que mi padre me había tocado. Me vinieron todas las imágenes, las recuerdo. Mis padres se habían separado, tenían régimen de visitas y no me devolvió”.
No fue el único hombre que abusó de ella. También explica los maltratos que sufrió por parte de su última pareja sentimental: “Recibí muchas palizas. Una vez me rompió las costillas y me clavó una en un pulmón. Me provocó un neumotórax. Entonces, no me atreví a denunciar. Me amenazó con matar a mis hijos, me convertí en una esclava sexual”. Un infierno que parecía no tener fin: "Me decía que yo estaba viva gracias a que él me lo permitía. Me encerraba en casa con llave, se llevaba mi móvil. Tengo mucha suerte de estar viva. Me pegó una paliza que casi me mata, me rompió una costilla, me lesionó la rodilla y me pateó. Cuando me iba a pisar la cabeza, llegó alguien y me salvó la vida, si no estaría muerta".
Y para añadir más leña al fuego, añade que fue desahuciada, que pasó mucha hambre y que llegó a dormir en cajeros automáticos y coches abandonados: "Llevo mi vida en una mochila, tengo tres bragas de los chinos". Una espiral de la que difícilmente pudo salir, añadiendo en la ecuación el consumo de cocaína y alcohol. Después de ser ingresada en un centro por su madre, estuvo tres meses: "El psiquiatra me puso un tratamiento, aún tomo pastillas. Había días en los que ni me levantaba de la cama, solo lloraba. De ese problema estoy totalmente recuperada".
Qué pide ahora?: "paz interior, no tener rencor, salud y amor". De momento, empieza a ver la luz al final del túnel, después de haber montado su propia empresa y haber empezado una nueva relación amorosa con un hombre "que me trata como una princesa"