Arcadi Espada ha vuelto a demostrar su habilidad más indiscutible: La polémica. El columnista se ha arremangado para meterse de lleno en un nuevo lodazal. Uno de esos que son tan cotidianos como tomar un café y un bocadillo de buena mañana: Un desayuno con el que se ha atragantado todos aquellos amantes de los perros si han leído su artículo en El Mundo. A Espada no le gustan los cánidos en nuestras ciudades (en su caso, en el poderoso Turó Park de Barcelona) y como es el más valiente de la clase, ridiculiza a los animales y sus amos, "una epidemia". Un poco de clasismo por aquí, una chorrito de intolerancia por allí, una pizca de ideología y unas gotitas de alarmismo: "El año pasado mataron a cinco personas en España". Todo porque no lo gustan las cacas de los animalitos.
Espada se pregunta por la salud psiquiátrica de los amantes de los perros, y como es habitual, él mismo tiene la respuesta: "Narcisismo". Se pone nostálgico porque ocupan el espacio público dónde antes abundaban los niños, y les quiere hacer pasar por caja: "Es extraordinario que ya se prevean impuestos para los robots, y, al menos en España, aún no haya nacido hijo de perra que los pague". Como siempre, Arcadi hace malabarismos con la pluma. Las redes, evidentemente, han reaccionado con el enésimo episodio de provocación gratuita de su protagonista, y ha puesto en alerta a Arturo Pérez-Reverte, defensor de los perros y siempre a punto para una buena batalla tuitera.
Que sí, que hay muchos propietarios de mascotas que tendrían que tener mucho más cuidado de lo que hace su animal en el espacio público. De acuerdo. A nadie nos gustan las cacas ajenas. Pero de aquí al panorama que dibuja Espada, como siempre, hay un abismo. Se podría decir precisamente lo mismo de muchas de sus opiniones, como aquella sobre los síndrome de Down. Un gentío la considera un residuo peligroso, y todavía no hemos visto a su dueño con una bolsita de plástico en la mano disponiéndose a depositarla allí donde toca.