Arturo Pérez-Reverte generando polémica. La frase forma ya parte de la cotidianeidad. ¿Qué hace diferente este episodio? Que tiene como protagonista al gran héroe del españolismo: El Cid Campeador. El escritor y excorresponsal de guerra dedica su última novela ('Sidi', Alfaguara) al personaje favorito de la leyenda patria, al icono pop de los nostálgicos de La Reconquista. Pero no para alabarlo y punto, cómo se hubieran esperado sus fieles. No, lo que hace es desmontar y arruinar el relato establecido, enfureciendo el ya de por sí irascible colectivo. "En el Cid hay un 20-25% de verdad y un 75-80% que es leyenda". Y de la realidad que ha utilizado para escribir este libro extrae conclusiones demoledoras: No era un voluntario cargado de ideales, sino un mercenario movido por el dinero. Valiente y guerrero, sí, pero de pago.
Lo explica el escritor en una entrevista con National Geographic, que demuestra la capacidad del autor para hacer ruido y provocar con temas espinosos: "Prefiero tener al lado a un mercenario profesional y bien pagado antes que a un voluntario entusiasta. Porque al voluntario lo mueve el ideal; y el ideal, a veces muy a menudo, la realidad lo destruye". Un varapalo que suena a ultraje, tal y como "eso de que El Cid era un patriota español es mentira. Primero porque España no existía como tal". No, era un territorio "turbulento, sangriento e incierto," donde el Cid se vendió al mejor postor. Arturo añade que, de hecho, todos somos mercenarios. Todos tenemos un precio, él el primero. Sin embargo, ¿cómo es que el españolismo le tiene como héroe intocable, y la Reconquista como el gran hito patriota? Por herencia del franquismo, que los utilizó como símbolos: "Patriotismo barato para justificarse en una ideología de la que carece". Las críticas no se han hecho esperar.
Después de hacer una nueva montaña "de amigos", y asegurarse unos cuantos millares de ejemplares vendidos extra, el mismo autor explica el truco: "Cuento historias y cobro por ello. Yo vivo de esto y mi trabajo es contar historias. Yo no tengo ningún objetivo moral. Podría contar historias de violadores igual, sin ningún remordimiento y sin ningún complejo". Pero a pesar de ser todo fruto de la ficción literaria, hay quien se estira del pelo por 'el abuso', por el supuesto fuego amigo El trabajo bien hecho de un mercenario. De las letras, claro está.