El DJ Avicii ya descansa en paz. El músico de Estocolmo murió en abril a los 28 años en Omán, en el Golfo Pérsico. Hacía dos años que se había retirado por consejo médico. Cobraba un cuarto de millón de euros por bolo. La tragedia de su suicidio, con el cristal roto de una botella, dejó a sus padres devastados. Ahora se han acabado las especulaciones sobre quién se queda la inmensa fortuna del sueco, que murió sin testamento. Ninguna amante, novia ni ONG. Los 22 millones de euros y los derechos de autor que seguirán produciendo beneficios mientras suene su música van a parar a quien más sufrió su muerte prematura: sus padres.
Anki Lidén y Klas Bergling recibirán 231 millones de coronas suecas (22,3 millones de euros), la cifra estimada por Forbes, que lo hacía el tercer mejor DJ de la Tierra, sólo superado por David Guetta y Calvin Harris. El documental de su vida explica cómo las masas lo adoraban y las hacía mover como nadie. Los expertos vaticinaban que sería la primera estrella del pop pero él no daba sentido al dinero y al éxito. Tuvo varias relaciones con modelos pero ninguna de ellas verá un euro. Su público hereda su música.
Suecia lo adora, el mundo la escucha y los fans ven necesario recaudar fondos para una ONG que tendría que recibir todo el apoyo de los padres del DJ: "Suicide Zero".