Domingo 21 de julio. Santander. "Semana Grande" de la capital cántabra. La fiesta está en la calle: Gozo, música, felicidad. Y desenfreno. Del lúdico, pero sobre todo del moral. Intelectual. Político. "Aquí vale todo". Incluso, la apología del franquismo, del falangismo, del fascismo. Una vergüenza con el visto bueno de las autoridades de la ciudad y del gobierno de la comunidad, que se reparten entre PSOE, PP, Cs y VOX. Exageraciones, pensarán algunos. Tradiciones de buen español, dirán otros. La sensibilidad ultra es "de aurora boreal": Ellos ven entrañables imágenes como estas: Niños desfilando por la ciudad encabezados por banderas falangistas y rojigualdas con "el pollo".
Lo que ven es la "simpática" banda musical de San Celedonio, patrón de la capital cántabra. Inocentes animadores socioculturales que, escoltados por la policía municipal (no fuera que les pasara alguna cosa) sale año tras año recordándonos que "con Franco vivíamos mejor". De hecho, el dictador no ha muerto. "No estaba muerto, estaba de parranda" con la charanga. La indignación de algunos ciudadanos de Santander ha llegado a las redes sociales, avergonzados por un acto que, algunos aseguran, tuvo el fin de fiesta perfecto en la catedral, dónde interpretaron su hit más indigno, el "Cara al sol". Folclore ultra que sólo tiene un nombre: "ADOCTRINAMIENTO".
De la "patrulla canina" a "los hombres de Paco", por obra y gracia de los herederos del Generalísimo (Felipe incluido). Adoradores de yugos y flechas que se escandalizan con un lazo amarillo. La barra (libre) ultra es sideral.