Hay que decir que la historia no olía bien desde el primer momento. No cuadraban muchas cosas, pero de acuerdo, lo reconocemos: nos la tragamos. Quizás imbuidos del frenesí de emparejamientos y rupturas con el que hemos convivido durante la recta final del año nos dejamos llevar por la imaginación y las ganas de tener historias frescas, jugosas, enredadas. Y que Bárbara Rey, de plena actualidad por el debate sobre su romance con Juan Carlos I, se presentara en una fiesta VIP en Madrid del brazo del humorista Edmundo Bigote Arrocet era lo bastante goloso como para aceptar las fotos como una verdad absoluta: salían juntos. Bomba.
Una noticia que evidentemente monopolizó buena parte del interés del mundillo, con publicaciones, digitales y televisiones hurgando sin descanso para intentar darle más bola a la cuestión. Incluso oímos a la propia Bárbara en el 'Ya son las 8' de Sonsoles Ónega en Telecinco haciendo el papel de su vida, evitando confirmar ni desmentir la aventura pero soltando un ambiguo "Dios dirá, yo estoy muy bien". Son muchos años explotando el cotilleo, Rey sabe lo que se hace. Lo que la mayoría obviamos fueron las declaraciones de su hija Sofía Cristo, que se meaba de risa con el affair. Nadie quería saber nada. Los días pasaban, y la bola crecía.
Mientras tanto, salía a la palestra una derivada que añadía sal, pimienta, guindilla y gasolina. Edmundo, el mismo que le rompió al corazón a María Teresa Campos dejándola con un Whatsapp de un día para el otro y unas cuantas cosas más (siempre según el relato de Terelu y Carmen Borrego, sus hijas), se había líado con la enemiga declarada de la presentadora de 80 años. Campos le había llamado "golfa" en un programa de televisión años atrás, y sus problemas eran públicos y judiciales. La vendetta y el morbo levantaban un muro para no ver la realidad. Pero al final ha caído, se ha hundido. Bigote ha reaparecido y con un pequeño toque el castillo de Bárbara Rey es una montaña de escombros.
Edmundo se ha plantado en Málaga, la ciudad de origen de la Campos, pero su visita no tenia nada que ver con su ex. No, el hombre había ido a la presentación de un monumento a Chiquito de la Calzada, el famoso humorista desaparecido. Allí había periodistas, claro, que se han llevado el gordo informativo del día, con el de Buenos Aires dejando con el culo al aire (figuradamente) a la de Totana, Murcia. "Ay, Dios mío," respondía el de 'piticlín piticlín' cuando le preguntaban por su chica. "Para nada, somos amigos pero llevo mucho tiempo soltero".
"Se dice lo que no es verdad", ha continuado, antes de acusar a la prensa de inventarse las noticias. Bien, la prensa y Bárbara, que ha hecho el juego con maestría, cuando sabía que era una trampa como una catedral. Quizás el hecho de tocar la pera a la Campos era lo que más le gustaba. De hecho, algunos medios trasladaron la tristeza de la andaluza al enterarse de la historia. Bien, pues ahora la que ríe, y respira aliviada, es María Teresa. Su enemiga ha hecho el ridículo y ha quedado en evidencia.
Las balas de la escopeta de Bárbara eran de fogueo. Falsa alarma. Fue divertido, pero irreal.