La vedette Barbara Rey ha sido una de las últimas víctimas famosas del coronavirus. La examante murciana de Juan Carlos lo ha sufrido con virulencia: acabó en un hospital de Marbella, donde pasaba unos días de descanso, después de dar positivo y presentar síntomas preocupantes. Los facultativos no se equivocaban: Rey, de 71 años, contrajo una neumonía bilateral, una de las más severas y consecuencia habitual de los pacientes covid. Ha pasado semanas bajo vigilancia médica, y afortunadamente parece que el peligro de desvanece: ha podido abandonar el centro médico y se recupera en su casa. El proceso, eso sí, será largo y laborioso: las secuelas de la enfermedad son importantes y la han dejado exhausta, débil y desmejorada. Las imágenes a la salida del hospital, el pasado 25 de abril, lo confirman.
Los paparazzis captaban el momento en el que Bárbara abandonaba las instalaciones médicas andaluzas, y lo que ha publicado Europa Press es preocupante: en silla de ruedas. La necesitaba para hacer el trayecto hasta el coche, donde le esperaba su hija Sofía Cristo, que siempre la apoya. No ha trascendido si era sólo por agotamiento o si, al igual que le pasa a Ainhoa Arteta, está sufriendo otros efectos secundarios indeseables. Sus palabras intentaban tranquilizar a sus amigos y seguidores, pero reconoce que ha sido un trance complicado: "lo he pasado mal, gracias a Dios estoy mejor, pero muy agotada. Me faltan las fuerzas hasta para hablar y espero ir recuperándome poco a poco con los tratamientos que me están poniendo. Llevao unos días terribles". Tendrá que picar piedra antes de poder reincorporarse a su puesto de trabajo, en el programa 'El Desafío' de Antena 3, donde ha sido sustituida por otra vedette ya vacunada, Norma Duval: "poquito a poco. La salud es lo primero".
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A pesar del deterioro físico y anímico de la de Totana, la que más ha celebrado la vuelta a casa ha sido Sofía. La disc-jockey y expareja de Nagore Robles o Bruna Manzoni (actual novia de Ares Teixidó) ha vivido el aislamiento forzoso de la madre y su calvario con angustia: "un sin vivir, no paro de pensar en los riesgos que puede correr". La batalla todavía no la han ganado, pero respiran. Ánimo.