Espejo público es capaz de todo: de ser un programa anti-independentista furibundo y disculpar un delito de odio a los catalanes de un empresario malagueño. El señor Luis Pineda organiza cruceros para solteros y decidió incluir una cláusula indigna en sus contratos: si los cruceristas son catalanes tienen que dejar constancia por escrito que no tienen ideas separatistas. Y va más allá: si durante el trayecto hay discusiones o actos relacionados con eso, se les apartará del viaje sin derecho a reclamar indemnización. No le han preguntado qué sucede si la discusión se produce mientras el crucero no está a puerto. ¿Arrojará a los indepes por la borda?
El empresario andaluz lo justifica con un pretendido "derecho de admisión" que ningún juez admitiría. La sentencia más reciente se dio contra un pub de Lleida condenado por vetar el acceso a un grupo de jóvenes con síndrome de down. Lo que pretendía, aparte de asqueroso, es sencillamente ilegal, pero en Espejo público lo han resuelto así: "Un mal día lo tiene cualquiera". Son las palabras textuales que, en ausencia de Susanna Griso, de luto por la muerte de su madre, ha soltado su número dos: el también catalán Albert Castillón.
Las redes sociales ya saben de qué pie calza el matinal de Antena 3. Con Griso o sin ella, su tendencia es ir contra los independentistas aunque suponga apoyar actos ilegales: sean prostitutas de lujo o cruceristas sin escrúpulos.
Sí esto lo hubieran hecho los catalanes tenemos para un mes en todas las tv y ahora no le demos más vueltas.PRENSA ESPAÑOLA MANIPULADORA
— Laughingoutloud (@Laughin85588192) 21 de noviembre de 2017
Los nazis ya lo hacían en el 38
— Huelga general (@marhuendeeer) 21 de noviembre de 2017
A este tipo le debería explicar alguien que el derecho de admisión no es derecho de discriminación. Aunque muchos no lo entiendan, uno no puede "filtrar" a sus clientes por cualquier criterio que él considere
— Roberto Sedinho (@RSedinhoN) 21 de noviembre de 2017
Le decís: un mal.día lo tiene cualquiera...si llega a ser al revés le despellejáis..periodismo de pacotilla ejerceis
— OLGA SALOU (@OLGASALOU) 21 de noviembre de 2017
Él lo justifica en que algunos clientes lo llaman preguntando si habrá catalanes a bordo y que en una ocasión un crucerista se hizo una foto delante de un monumento con una estelada. Gravísimo. Son 5 minutos para enmarcar en el museo de la catalanofobia:
Teniendo en cuenta que son cruceros de gente soltera quizás que se preocupen de ser más tolerantes con los que piensan diferente o seguirán solos por mil cruceros que paguen.