Primero: Belén Esteban se recupera favorablemente después de pasar por quirófano y operarse de la doble fractura en la tibia y el peroné que sufrió mientras emulaba a los concursantes de 'Supervivientes' en pleno directo de 'Sálvame'. Una caída muy dolorosa y que está suponiendo un calvario para la tertuliana. No ha sido sólo la gravedad y el dolor ocasionado por el accidente, es que además ha sufrido varios problemas que han alargado la agonía. Llagas infectadas, prevención por la diabetes que sufre, síndrome de abstinencia al no poder fumar en el hospital, drenajes y, en general, un estado de ánimo paupérrimo, triste y encerrada en sí misma. Durante unas semanas la de San Blas sólo ha sido accesible para su marido, Miguel Marcos, y para los facultativos que la trataban. Lo peor ya ha pasado. Está en casa. Aunque todavía tardará mucho en recuperar la normalidad.
Sí, porque esta percance ha provocado un efecto sorprendente en Belén: ella que ha llenado miles de páginas de revistas del corazón e infinitas horas de televisión, ahora no quiere saber nada de la prensa rosa, ni del cotilleo, y todavía menos de los paparazzi. Los mismos que llevan haciendo guardia frente a su casa desde hace décadas y que forman parte de su familia. Algo similar pasaba con su público, irreductibles belenistas que se preocupan por todo aquello que le pase a la princesa del pueblo, sus éxitos y sus fracasos. No tiene fuerzas para comportarse con normalidad, ni ganas. Así se explica su desaparición de las redes sociales (sólo volvió para agradecerle los esfuerzos a Miguel) y, especialmente, una técnica de ocultación un poco cutre y esperpéntica que ha ejecutado durante los traslados en ambulancia. No quería fotos y se tapaba con mantas, toallas, cualquier cosa que tuviera a mano. Su marido, conductor de ambulancias, supervisaba la operativa.
Entendemos que durante los peores días de su desgracia no tuviera ningún interés de ser captada en el vehículo sanitario, estirada en la camilla con la pierna hecha puré y con evidentes signos de dolor. El problema, o mejor dicho la anécdota, era el método rudimentario para ocultarse. Llamaba más la atención que otra cosa. Y las fotos no se las ha ahorrado, claro. Eso sí, una vez pasada la tormenta y cuando empieza a salir el sol, no sabemos por qué continúa con esta actitud arisca, un poco ridícula. Sobre todo porque su cara la tenemos muy vista. Miren como se ha marchado de casa camino del hospital para hacer curas esta mañana, y como ha vuelto horas después. Tapándose la cara con las manos. Muy profesional, claro que sí. Son imágenes de Chance de Europa Press.
¿Por qué llama la atención el numerito? Porque justo después de entrar en casa se ha sentado en el sofá y, ahora sí, se ha hecho una foto como Dios manda y la ha colgado en Instagram. Con sus ojos, boca, orejas y nariz donde toca. Al natural. Con una pierna inmovilizada, claro, y un zapato bien llamativo de color fucsia en el pie sano. Lo hacía para agradecer las muestras de apoyo de la gente y los esfuerzos del personal médico, explicando el calvario: "2 placas y 20 tornillos" le han colocado. Además, ha enviado un mensaje justificando sus intentos de emular a Houdini: "Pido por favor que me respeten cuando tengo que salir de mi casa para acudir al Médico ya que considero que es innecesario que se me fotografíe". Bueno, eso es más discutible. Parece que sus amigos de la prensa no piensan lo mismo.
Veremos si el espectáculo continúa o si alguna de las partes claudica. En todo caso, felices por su recuperación.