Los miércoles son el día de las revistas del corazón, el momento de revelar las exclusivas en las que han estado trabajando toda la semana. Últimamente todo el mundo se fija mucho en la portada de 'Lecturas', las más comentadas de todo el quiosco. Que si Iñaki Urdangarin y su escapada romántica con una señora que no era su esposa, que si Antonio David Flores se ha separado o que si está (o estaba, en pasado) líado con la reportera de Telecinco Marta Riesco... Dinamita. Estos temas han monopolizado el debate del cotilleo de los últimos meses. En el caso del todavía marido de la infanta Cristina, incluso el de la prensa 'seria' y los medios internacionales. Pues bien, esta semana su estrella es alguien que está muy visto, pero que siempre la lía. Una entrevista a Kiko Rivera, el hijo de la tonadillera Isabel Pantoja.

Con todo el respeto para la revista, el titular que acompaña la foto de Paquirrín es despreciable: confiesa que utilizó la violencia física contra su hermana Isa Pi. "Pegué a mi hermana una vez cuando quiso cortarse las venas". La frase lo tiene todo. Cuesta encontrar algún aspecto positivo o, cuando menos, mínimamente justificable. Resulta paradójico lo que pasa en esta familia: zurra a su hermana porque quiere suicidarse, pero él se queja amargamente de su madre por no haber detectado su problema con las sustancias, así como no haberlo ayudado a salir del pozo. Es una humilde opinión, pero quizás 'ni calvo, ni dos pelucas'. Viven y resuelven sus problemas desde las posiciones más extremas, a bofetada limpia o la indiferencia más brutal. Y lo que resulta más alucinante: todo lo explican con aquella alegría, convencidos que "mi verdad" es la cosa más sensata que nunca nadie no osado decir. Lo que todos haríamos en una situación similar. Demencial.

Kiko Rivera y uno de los titulares más deleznables que ha dejado nunca / Lecturas

Isa Pantoja / Telecinco

Kiko Rivera hace tiempo que hace como el río Guadiana. Aparece y desaparece a la velocidad de la luz. Desde que puso a su madre a parir en televisión por la herencia de su padre muerto, Paquirri, ha protagonizado tal cantidad de enfrentamientos, insultos, separaciones y reconciliaciones que hemos perdido la cuenta. Hasta hace muy poco sabíamos que su guerra era contra su madre Isabel, el tío Agustín, la prima Anabel y la hermana Isa. También contra Telecinco, cadena que le ha pagado a precio de oro pero a la que también ha escupido cuando le convenía. Ahora, sin embargo, es el famoso que han contratado para intentar reanimar el reality 'Secret Story', que agoniza. Vasile paga y Kiko vuelve a ser simpático, ya ves. Pero como quedaba una vacante en su lista de enemigos, ha escogido a un peso pesado de Mediaset: Belén Esteban. La de San Blas lo tiene todo: muy popular, de mecha corta, con un pasado complicado como el suyo y, además, es la mejor amiga de Anabel Pantoja, quien por cierto se acaba de separar 4 meses después de casarse. Y como Belén no ha sido indulgente con su relato sobre las adicciones, la ha puesto en la diana. Todo a raíz de lo que dijo la colaboradora sobre este tema, exculpando a su madre Isabel: "Los que nos hemos... ha sido porque nos ha dado la gana".

Belén Esteban y Kiko Rivera / Twitch

El protagonista ha olido sangre y se ha lanzado a la yugular: "Quiero dejar claro una cosa a la señorita Belén Esteban. Que no se confunda. No echo las culpas de mi adicción a mi madre, pero si yo hubiera tenido otro tipo de madre quizás sí hubiera estado pendiente de mí. Si fuera otra persona... Pero, ¡coño! ¿Tú? Lo has vivido en tus carnes. No me quieras dar la vuelta a la tortilla". Una metáfora mucho más prosaica, eso sí, es la de la recomendación que le hace: "Se tendría que meter la lengua en el culo". Ideal. Pero la Esteban todavía tiene que darle las gracias: este es el mensaje de alguien que le tiene "cariño, le tengo estima. Un poquito, tampoco mucho. No me ha faltado al respeto, ni yo tampoco". Vaya, no queremos ser quisquillosos, pero quizás un poquito sí, ¿o no?

Kiko Rivera / @riverakiko

Belén Esteban/ GTRES

El culebrón de Kiko y familia es inagotable. Cuando menos, mientras haya alguien que pague.