Cada vez queda menos para el nacimiento del hijo de Gabriela Guillén. Una mujer que ha entrado con fuerza en el circo de la crónica rosa, y de la que nadie sabía absolutamente nada hasta que conocimos que el padre de la criatura es un famoso muy famoso: Bertín Osborne. Guillén ha sido una de tantas conquistas del ex de Fabiola Martínez a lo largo de su vida, pero se cansó rápidamente de ella. Especialmente al saber que sus noches de pasión tenían consecuencias a futuro: como convertirse en padre por octava vez en su vida con 69 años. Quizás por eso tardó muy poco en desmarcarse del tema diciendo que no era deseado ni querido, pero que se haría cargo. Un gentleman. La futura madre, primeriza en este campo, se lo tomó mal, claro. A nadie le gusta que la humillen. Y Norberto ya lo había hecho con anterioridad.
Ya son 6 meses los que lleva el pequeño o pequeña en la barriga materna, ajeno a lo que pasa en torno a su madre y su padre ausente. Que se sepa solo han estado los tres juntos en una ocasión, y bastante reciente: la revista Diez Minutos informaba de una cita secreta en la casa del artista. Llegó después de que Gabi ofreciera una entrevista en Antena 3 muy conciliadora y sorprendente, en la que decía que seguía amándolo, que siempre la había tratado muy bien y que le daba lástima que tuvieran que estar separados. El corazón de Norberto se ablandó por un rato, invitándola a cenar. Dicen que salió de allí muy contenta. Pero parece que todo ha sido un espejismo, porque Bertín vuelve a la posición natural. Es decir, a la distancia. Y a ella se le ha caído el chiringuito encima.
Distancia como la que se ha manifestado durante las últimas horas. Gabriela sufría un susto de salud, no se encontraba bien e iba a las urgencias del hospital. Lo hacía desencajada y acompañada de una amiga; su querido Osborne no estaba. Seguro que hay treinta y siete excusas para haber hecho novillos, pero en definitiva, la dejaba tirada en un momento de angustia real. Al salir de allí, con el consuelo de saber que solo se trataba de una bajada de presión sin importancia, su estado anímico no mejoraba. Está destrozada: "No voy a hablar, lo siento mucho. Respetad mi dolor, por favor. No tengo ánimos para nada", decía a los reporteros que la persiguen día y noche. No serían las declaraciones de alguien tranquilo, ni feliz, ni optimista.
Estas palabras tienen una explicación, o una ampliación, en sus redes sociales. Guillén compartía un mensaje conmovedor, habla de problemas de salud mental: "La depresión es una enfermedad muy grave. Seamos más empáticos con las personas, cada una tenemos nuestros problemas y muchas veces creemos que no somos capaces de superar. Con una palabra puedes ayudar o destruir a alguien". Que la mujer se siente mal y que destila soledad irremediable es evidente, ¿verdad? También que si la solución depende del padre de la criatura, no será satisfactoria para sus intereses ni para su estabilidad. Continuará.