Las dimensiones de la jeta de Bertín Osborne son gigantescas. Deja a amantes embarazadas por ir a lo loco pero después no quiere oír hablar de paternidades. Y mira que es antiabortista, el tipo. Todo lo soluciona diciendo que si toca pagar la fiesta, la paga; pero ningún esfuerzo más que no sea sacar la billetera. Cosa curiosa también: resulta que a Gabriela Guillén, quién dio a luz el pasado 31 de diciembre y que ya ha avisado que se niega a someter al bebé a una prueba de ADN, le habría cortado el grifo económico porque hablaba demasiado con los medios de comunicación. La sospecha de una mujer cualquiera que quería hacer negocio con un famoso sobrevolaba el ambiente. Pues bien, mira quién no deja de facturar a pesar de no haberle visto la cara al recién llegado: el padre-abuelo del año. Así normal que le ofrezca dineritos a Guillén, los gana descolgando un teléfono.

La revista '¡Hola'! está financiando los futuros meses o años de vida de una criatura nacida en un ambiente convulso, lleno de mentiras y faltas de respeto, y durante un parto complicado en la que madre e hijo estuvieron a punto de perder la vida. Hace una semana publicaba una entrevista sobre este tema de la paternidad, un alegato por su derecho a pasar de las consecuencias de sus gónadas alborotadas. "Le dije: 'Mira, como tienes dos opciones, que sepas que yo estaré ayudando en cualquiera de las dos. Pero sí que, a mí, no me toca ahora ser padre otra vez. Yo he decidido que no quiero ser padre. No voy a ser padre". Era el epitafio de una retahíla de declaraciones nefastas, como aquella al primer bote de "no es un niño deseado". Pues ya tenemos un bonus track sobre el tema en las mismas páginas rosa.

Gabriela Guillén, después de mujer en luz / GTRES

La excusa para volver a publicar una conversación en profundidad con Norberto es la muerte de Arévalo. Compañero de escenario, amigo intermitente, motivo de vergüenza con la Casa Real, y ahora figura que alaba como si fuera el inventor de la penicilina. "Era simpático, muy cariñoso, un buen tipo y, siempre, intentando ayudar a los demás... y nunca a sí mismo". Bertín, que acaba de pasar la covid, se ablanda con el humorista, al que trataba con mano dura y condescendencia: "Me cabreaba con él por no cuidarse y no hacerme caso. Lamentablemente... al final, tuve razón. Tenía que adelgazar más de 30 kilos... Y siempre me decía que sí, que lo iba a hacer... Pero nunca empezaba. De hecho, ni siquiera caminaba. Le horrorizaba". Toda la ternura, entre comillas, con Arévalo, es la que le falta al referirse a Gabriela Guillén y al recién nacido.

Bertín Osborne y Arévalo / Europa Press

Cuatro frases rematan la relación del padre con la amante y su flamante descendiente: "Me enteré al día siguiente porque me llamó un amigo común". Este amigo, ya pueden apostarlo, será el Turronero. El famoso empresario íntimo de Bertín, y en el que Guillén confiaba hasta el punto de ofrecerle ser el padrino del pequeño. Lo rechazó, claro, por el posible enfado del de 'Yo debí de enamorarme de tu madre' y de otros esperpentos en forma de canción. El comunicado se cierra con uno "nada que decir. Le deseo lo mejor. Y no, no he hablado con ella". Ni lo hará. Solo quiere el ADN del niño, por lo que pueda pasar, y su revista de cabecera haciéndole masajitos a la carta pasando por caja. Y a vivir, que son dos días.

Bertín Osborne / GTRES