Los fans de Berto Romero esta semana están de enhorabuena. Los que, como En Blau, esperamos como agua de mayo su sección del consultorio en Late Motiv, ahora tienen otro motivo para disfrutar del mejor humorista catalán que hay. Porque Berto Romero ha visitado el programa La Ruina que se emite por Internet, presentado por Ignasi Taltavull y Tomàs Fuentes.

La Ruina

Allí, los invitados confiesan anécdotas nunca explicadas antes sobre algún momento ruinoso de sus vidas. Hilarante fue el encontronazo de Marc Giró con la reina Letizia, cuando todavía era princesa, en un ascensor, cuando se tiró un pedo justo antes de que ella entrara. E hilarante ha sido la revelación de Romero hablando de una situación surrealista en el año 1995 cuando era estudiante y vivía en la villa universitaria de la Universidad Autónoma. Una época en la cual ni imaginaba dedicarse al humor, pero lo que vivió fue material cómico de primer nivel.

La Ruina

Explica Berto que le invitaron a una fiesta de cumpleaños de una tal Vanessa. Una reunión de un grupo reducido de amigos en un piso muy pequeño. La homenajeada anuncia la actuación de un amigo suyo para amenizar la velada. ¿Un cantante? No. ¿Un mago? Tampoco. ¿Un monologuista? Nada de nada... Suena una música tribal... Entra al comedor un hombre barbudo desnudo que lleva sólo un taparrabos amarillo y negro... De nombre, Tigerman.

La Ruina

¿En qué consistía su show? En hacer cosas con su miembro: "Se sacó la churra y los huevos y los sometió a toda clase de pruebas que yo ni siquiera podía concebir". Sólo empezar, ya demostró de qué era capaz: "Por ejemplo, rompió una botella con un martillo y se pasó la polla por los cristales rotos". Más virtudes: "El tío se colgó una argolla, de la argolla colgaba un gancho y un cubo con agua, y el tío levantando p'arriba y p'abajo. O encender una vela e ir poniéndose cera por ahí encima". Hasta aquí, todo normal. Quedaba la guinda, que impresionó a Berto, "he llegado a pensar: 'no, esto te lo has inventado'". Tigerman, como si fuera Guillermo Tell. O Guillemiembro Tell: "Creo recordar que incluso tensó un arco con la polla y disparó una flecha... Creo que no se premiaba la precisión".

La Ruina

La clausura del número, sin embargo, no estuvo a la altura: "Empieza a estirarse la polla, que estaba flácida, intentando masturbarse. Pero por lo que sea, no conseguía concentración. Iba ordeñando y murmurando. Pero como número final, no funcionó, porque todo el mundo se la puede pelar". Vale la pena ver cómo lo explica él mismo, a partir del minuto 5'30":

Aquel hombre que traumatizó a Berto resulta que trabajaba por las noches en la Sala Bagdad. De ahí su peculiar afición... "A veces lo busco en Internet... ¿Qué hará ahora Tigerman?", reconoce Berto con nostalgia. Sublime.