Bibi Andersen, Bibiana Fernández o sencillamente Bibi. Con este nombre la conoce toda España desde hace muchos de sus 64 años. La actriz nunca ha jugado al equívoco y es lo que es, una mujer hecha a ella misma. Ahora en una entrevista en El Mundo lo aclara de una vez por todas: "Soy una mujer, no una mujer transexual como si fuera un sidecar". Hace teatro con amigos, en la obra El amor sigue en el aire que ya pasó por Barcelona y ahora se representa en Madrid. Critica que el cine ya no la quiere por la edad y por eso hace teatro, que se ve de lejos: "No quiero entrar en victimismos, pero no podemos negar la realidad: a un señor de 60 años no se le dice nada y a una señora, sí. Si estás arrugada, porque estás arrugada. El DNI no puede gobernar tu vida". Se refiere al año de nacimiento, no al sexo que consta también en el DNI. Sobre sus problemas con Hacienda, que le ha embargado todo, hace un paso más y reconoce que se tiene que medicar por la ansiedad: "Sólo me queda hacer gasolineras por las noches y cogerme un par de casas para planchar. Luego quieren que no tome pastillas...".
Sobre su compañera de teatro y amiga, Alsaska, recuerda que cuando tenía 15 años hizo una de Almodóvar (Pepi, Lucy y Bom) donde protagonizaba una lluvia dorada: "Ahora la meterían presa a ella por menor, a Almodóvar por dirigirla, a la otra actriz por dejarse y a su madre por darle permiso para la película". Desde su experiencia sentencia: "Si la Movida fuese ahora, los puritanos nos meterían a todos en la cárcel" Así está el patio del PP, año 2018. "Ahora se monta un escándalo con cualquier cosa banal y luego muy poquito con los temas importantes". Bibiana, una giganta. "Vivimos en un puritanismo absurdo, es escandalizarse por hobby".
¿Sobre Cataluña? Inevitable pregunta y Bibiana Fernández es coherente con ella misma: "No entro en si tienen que ser independientes o no, porque si hay alguien que no puede cuestionar a los demás su derecho a decidir soy yo, que lo he elegido todo". Otra artista no catalana a favor del derecho a decidir. Como Lolita o Pamela Anderson. Todas mujeres de bandera con personalidad y referentes potentes de las que desconocemos qué hombre tienen.
La libertad de escoger le hace rehuir las etiquetas: la atacan para no abanderar la T dentro del movimiento LGTB: "Me siento una mujer, ninguna otra cosa. Y por supuesto que es necesario defender sus derechos, pero sería bueno que empezasen a admitir que son mujeres u hombres. Yo no quepo en una palabra. Para definirme se necesitan miles de ellas, buenas y malas, y no pienso dejar que me hagan más pequeña reduciéndome a una. Y punto". Que vuelva a hacer la obra a Cataluña. Y la platea aplaudiendo de pie.