El show mediático de la ruptura entre María Teresa Campos y el humorista Edmundo 'Bigote' Arrocet acaba de completar uno de sus últimos episodios. Un puñado de paparazzis han conseguido las imágenes que programas y revistas del corazón esperaban con ansia: Arrocet entrando en la mansión de su ex para recoger sus pertinencias. Una operación logística que deja bien claro que no hay reconciliación posible, y que el sudamericano ha llevado a cabo entre carcajadas y aprovechando la ausencia de la Campos, que no le quiere ni ver. El argentino-chileno parecía pasárselo de coña mientras volvía a la que fue su casa.
Las instantáneas de Edmundo feliz como unas castañuelas en un todoterreno, junto con una furgoneta de grandes dimensiones a las puertas de can Campos producen cierta lástima. Sobre todo por la actitud carnavalesca del protagonista de la escena, cruzando la entrada de la finca con bolsas de plástico, mientras se ven en el suelo cuadros de dudosa calidad artística y lo que parece una montaña de ropa vieja. Los finales de relación siempre son complicados, y la mayoría de los mortales preferirían mantenerlos en la más estricta intimidad, cosa que en este caso parece difícil. Ahora bien, una cosa es ser discreto y otra hacer ver que te tronchas de risa, como desprende la actitud de 'piticlín piticlín'.
Quien sabe si Edmundo ha cruzado por última vez la puerta de la Campos. El colofón, eso sí, ha estado a la altura del personaje: una charada.