Edmundo 'Bigote' Arrocet se está ganando un mote, el de inmundo. Al menos su comportamiento durante las últimas semanas hace pensar en esta palabra. El humorista, actor y cantante, famoso en la España del '1,2,3' y desaparecido durante décadas, vivió una segunda juventud mediática a partir de su romance con María Teresa Campos. Romance o lo que sea que fuera aquello, porque parece que la única enamorada era ella. Con respecto al chileno, los sentimientos no serían ni tan fuertes, ni puros, ni reales. Más bien, y teniendo en cuenta todo lo que está haciendo y diciendo desde que la presentadora muriera con 82 años el pasado 5 de septiembre, la Campos era una forma de ganarse el pan, de vivir como un marqués sin título. Y después de 6 años, cuando las vacas ya no eran tan gordas, patapam: se marcó un Houdini digno de un adolescente, dejándola con un wassap porque era "celosa".
Aquella ruptura abrió la caja de los truenos. La Campos, acostumbrada a hablar de las vidas privadas de ajenos, se vio convertida en personaje del colorín. Y la guerra estalló, claro. Una en la que las hijas Terelu Campos y Carmen Borrego también tuvieron parte activa: el fuego cruzado de acusaciones fue intenso y duradero, hasta que el hombre se largó y María Teresa comenzó con sus problemas de salud, que desembocaron en su deceso. Cuando el corazón dejó de latir, un programa de televisión llamó a toda prisa a Edmundo, como última pareja estable de la leyenda de la televisión. Y las palabras que soltó lo retrataron como alguien despiadado y con mucha cara. "Me llamó mi representante para comentarme que Teresita ya no está con nosotros. No sabía que estaba mal. Sus hijas no se han portado bien con ella".
Como aquella intervención telefónica fue gratis, Bigote ha dado el paso para rentabilizar la bilis que guardaba en su interior. La revista 'Diez Minutos' publica una entrevista exclusiva con el señor, que se desahoga con detalles humillantes, impropios, desagradables. Decir de una señora que acaba de morir que "no solo fui cuidador nocturno, solucionaba todos los problemas de la casa" es feo. Afirmar que "le pagaba todo cuando íbamos de viaje" tampoco mejora la cosa. Y llegar a asegurar que "quería casarse conmigo para dejarme una pensión" roza la náusea. Muy desafortunado, de la a a la z. Es su venganza.
No se salvan, evidentemente, las hijas y herederas de la comunicadora, a las que vuelve a acusar de abandonar a su madre. "En 6 años Terelu fue a casa de María Teresa unas diez veces y Carmen ni eso". Y es que lo peor de todo es que, si existiera la remota posibilidad de que eso fuera cierto, hacerlo público en este momento es un golpe bajo no a las hijas, sino a la memoria de la señora. Poca clase. 'Piticlín, piticlín' ahora solo hace clin-clin, el sonido de las monedas cayendo dentro de la bolsa. Será que las necesita. Pobre hombre.