Que Tamara Falcó e Íñigo Onieva se hayan despertado esta mañana como marido y mujer no puede calificarse con otra palabra que ‘milagro’. Después de todo lo ocurrido en los últimos meses y también durante este sábado, parece mentira que por fin hayan contraído matrimonio.

Porque los problemas no se han limitado a las infidelidades de Onieva, al robo de las joyas o a los problemas con el vestido, entre otros percances previos. El día de la boda también tuvo momentos de tensión en los que parecía que la cosa no terminaría bien.

Los problemas también aparecieron el día de la boda

Por la mañana Íñigo desapareció. Nadie sabía dónde estaba. Durante un buen rato estuvo ilocalizable. Los hay que incluso pensaron que se había fugado con alguna de sus amiguitas.

Íñigo Onieva GTRES

Al final, Onieva apareció y pudo acudir al enlace. Pero aunque todos los invitados ya estaban en El Rincón y la pareja en el altar, la cosa no parecía segura. Sobre todo cuando, según revela la revista ¡HOLA!, uno de los curas estuvo a punto de salir ardiendo. La ceremonia estuvo oficiada por tres sacerdotes. Y a uno de ellos, al padre José Luis, se le incendió la ropa al entrar en contacto con una de las velas. Dios ya no sabía qué señales más mandar a Tamara para que no diera el “sí, quiero”. Fue Alejandra Onieva, hermana del novio, quien tuvo que intervenir para apagar el fuego a manotazos y que todo pudiera seguir con normalidad. Y sí, al final confirmaron el enlace matrimonial de una boda que ha estado maldita desde el minuto cero.

Parecía imposible que acabara bien, pero Tamara Falcó e Íñigo Onieva ya son marido y mujer 

Eso no fue todo. Resulta que uno de los curas se equivocó cuando nombró a Íñigo. Le llamó Álvaro. Otra señal de que Tamara no debía casarse con el relaciones públicas. Pero la Marquesa de Griñón no hizo caso y al final, contra todo pronóstico, se completó la ceremonia.

Tamara Íñigo preboda GTRES

Y claro, llegar a la meta en una carrera tan complicada merecía de una buena celebración. Es por eso que el alcohol corría más que el aire entre los invitados. Vino, cubatas, gin-tonics, champán… y también lo que no eran bebidas animosas. Ingredientes que provocaron que algunos invitados terminaran bastante perjudicados. A más de uno se le vio vomitando en los urinarios portátiles que había instalado la organización. Tamara no sabía dónde meterse ante tal bochorno. Por una vez no era Íñigo el que más la estaba liando.