La semana que viene Operación Triunfo pone punto final en la edición del 2023. El formato de GestMusic volvía con fuerza después de tres años de descanso en la parrilla de programación televisiva. Dieciséis concursantes nuevos dispuestos a servir y regalar al fandom más intensos de la red, todo el contenido que esperaban: dramas amorosos, broncas, llantos, compañerismo y amistades. Y bien, las expectativas se han cumplido. Dejando de lado el talento indiscutible de todos y cada uno de los concursantes, en esta edición también había carne de reality. La nueva generación llegaba con ganas de guerra y después de tres meses de concurso nos ha quedado más que claro. Los compañeros agrupados por afinidad, creaban estrategias en las nominaciones, al nivel de un programa de Telecinco. Los llantos y las broncas han definido esta recta final, el lunes por la noche se decidieron los seis finalistas, con algunos desacuerdos, fue la gala más disputada para los concursantes y también por los profesores. No todos salieron bien parados.

 

Los desajustes de convivencia han definido, sin ningún tipo de duda, esta nueva edición. Digamos que el compañerismo no ha reinado tanto como en las otras ediciones, sin embargo, además también ha habido alguna rebelión que otra cabe en el equipo de profesores. Entre las polémicas más recientes, Ruslana, quien fue la eterna favorita para el público, empezaba a desencaminarse de su excelente trayectoria a raíz de una semana un poco más sensible e insegura. La joven ucraniana ha interpretado las canciones más complicadas en el ámbito de exigencia del concurso. Desde SloMo, hasta El Mundo de Pablo López. Era un número diez en todas las galas, sin embargo, una canción que a priori parecía bastante conforme con su rango vocal, la hizo hundir del todo. El jurado y el profesorado le dieron un toque de atención y desgraciadamente provocaron todo el contrario: Ruslana se rebotaba con todo y todo el mundo.

La benjamina del concurso cada vez se mostraba más molesta con las valoraciones del jurado y el equipo docente, en especial con Noemí Galera. La directora del concurso, con más rol de madre que de directriz, intentaba dar apoyo a la joven de dieciocho años quien, por el contrario, no se mostraba muy recíproca. Fría y calculadora, soltaba comentarios sobre la actitud y su valoración del concurso."¡Me encanta recibir bullying colectivo!" decía con un tono de ironía que no gustaba nada al profesorado. Noemí Galera le frenaba los pies en seco: "No me hace ninguna gracia ese comentario...Hay cosas que no..." En este momento fue cuando la directora ya se daba cuenta de la que le vendría encima. Si las valoraciones de la gala 10 ya fueron un escándalo para la de Ucrania, enfrentarse a una semifinal donde ni los profesores ni el jurado la salvaban, le haría sacar toda la rabia acumulada.

El jurado salvaba -sorprendentemente- a Martin, justamente a quien habían otorgado la puntuación más baja a la gala anterior. Todo muy coherente. El profesorado tenía que escoger al quinto finalista entre Bea, Lucas y Ruslana: "Si hay alguien que pensamos que es evolución, actitud, luz, positivismo es Lucas" Finalmente Ruslana se coronaba como última finalista gracias a los votos del público. Una elección que la conmocionaba y, la hacía sentir orgullosa. Más orgullosa que cualquier valoración del profesorado o jurado. Entre lágrimas, soltaba una perla en contra el equipo: "¡Significa mucho para mí haber llegado al final por el público y no por nadie!" Boom.

La Ruslana más rebelde hundía su concurso, el fandom se le giraba en contra y ahora, después de la gala de ayer, está claro que su actitud tampoco gustó nada al profesorado. Ha perdido la etiqueta de ganadora.