La última entrega de Masterchef ha tenido como clara protagonista la ira de Boris Izaguirre. El escritor cocinó un plato delicioso y ganó el 'privilegio' de ser el capitán de los dos equipos. Lo que no se esperaba era que este papel le provocaría un quebradero de cabeza que le superaría.

La tensión era evidente, ya que el menú no salía bien y los nervios impedían a los concursantes concentrarse. Todos corriendo, un resultado malo, los jueces enfadados... Y lo peor de todo, el odio entre Carmen Lomana y Antonia Dell'Atte. Las impertinencias de las dos sacaron de quicio a Boris, que les regañó como un loco totalmente fuera de sí: "Ya está bien de tonterías, joder, pongámonos a trabajar. Dejadme ser capitán. ¡Ya basta! Carmen, calla hasta que yo te lo diga. ¡Basta Antonia! Horrible, sois insoportables. No sabéis trabajar en equipo. Carmen, sólo has pensado en ti misma. Las dos habéis creado una barrera y no me habéis hecho caso a nada".

El caos llegó a tal extremo que el venezolano dimitió: "Basta ya. No me veo capaz de liderar este equipo", lamentó. Con lo que Jordi Cruz tuvo que intervenir para ayudarlos.

Ante esto, la pareja de enemigas decidieron unirse contra él y empezaron a criticarle: "Me importa una m... que hayas sido el capitán, Boris, no lo has sabido hacer". La prueba no salió como se esperaban, y rápidamente pasaron a la de eliminación.

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Finalmente fue Carmen Lomana la expulsada, ya que la actitud no había sido buena y el plato que había cocinado todavía menos: "Con este plato se nota que te has ido entregando pero también quedándote en la cola. Tu problema es que no sabes trabajar. Has tenido mucha suerte aquí", le decían los jueces.

El 12,9% de la audiencia catalana siguió la pelea en directo, aunque hubo más teleespectadores siguiendo el malestar de que se vive dentro de la casa de Gran Hermano VIP. ¿Se está convirtiendo el reality de cocina en una jaula de grillos?