En pleno siglo XXI parece mentira, pero todavía hay quien se escandaliza por lo que un hombre hace o deja de hacer con su cuerpo. Y lo que es peor, se escandalizan y sacan a pasear su homofobia.

Borja Iglesias es uno de los mejores delanteros de la Liga española. El jugador del Betis, ex del Español y el Zaragoza, es, aparte de un excelente futbolista, alguien que no tiene miedo de decir lo que piensa. Ha ido de invitado a La Resistencia, tiene un look muy característico con su gran barba y chilla en voz alta ante las injusticias o las causas por las que él considera que hace falta luchar. Y ahora lo ha vuelto a hacer contra el racismo. Sólo hay que ver sus últimas publicaciones en Instagram, donde, por cierto, ha escogido de foto de perfil un simbólico puño negro.

En un gesto más de apoyo contra el racismo, Iglesias ha aparecido en el entrenamiento de su equipo con un detalle en su cuerpo: las uñas pintadas de negro.

En este caso, el motivo era la lucha contra el racismo. Pero como si hubiera querido pintárselas sin ningún trasfondo social detrás. Como si hubiera decidido pintarse las uñas de rosa, con los colores del arco iris, de verde y blanco como el Betis o customizadas como Rosalía. Cada uno hace (o tendría que poder hacer) con su cuerpo lo que le sale de las narices. Pero ha sido verlo así y crecer los homófobos seguidores como setas. Alud de insultos lamentables al futbolista por haber osado manchar la masculinidad que se le supone al fútbol. Patético. Y lleno de clichés. ¿Un hombre no se puede pintar las uñas? ¿Un hombre que se pinta las uñas es homosexual? ¿Y si es homosexual, algún problema? Se ve que sí, a juzgar por los vomitivos comentarios recogidos para un periodista de Onda Cero:

"Rescisión de contrato", "Maricones en mi equipo, no gracias", "Que se vaya al Sevilla"... Asqueroso. La respuesta del jugador, sublime. Sopapo con la mano abierta, no sólo al racismo, sino también a los homófobos:

Poco a poco el fútbol va entrando en una nueva normalidad... También se ha desconfinado el odio y la intolerancia de muchos imbéciles.