David Broncano tiene un poderoso imán: sus programas atraen todo tipo de incidentes y situaciones surrealistas. Especialmente en la radio, donde presenta 'La vida moderna', con los humoristas Quequé e Ignatius Farray. De hecho, las emisiones del show tendrían que considerarse como actividad de alto riesgo, ya formes parte del equipo o vengas de público. Un ejemplo lo tuvimos hace unas semanas, con la caída de un trozo del techo a pocos centímetros de uno de los colaboradores de la tertulia. Un susto morrocotudo, pero afortunadamente nadie resultó herido.
No ha sido así, sin embargo, en el caso de un miembro del público que nunca se hubiera imaginado que su visita a la radio acabaría en urgencias. No, no se peleó con nadie, como en la fiesta de cumpleaños de Dulceida. Tampoco sufrió un cólico, ni ninguna enfermedad repentina. Tampoco mala suerte. Qué va. Todo hace pensar que, de una manera u otra, se lo buscó. ¿Por qué? Por 'desayunar' demasiado fuerte: "Va poco católico", decían en el programa. Borracho, sí. Al menos, cualquier observador imparcial lo describiría así. Y claro, el chico se empezó a sentir mal en medio del programa. Muy mal. Tenía que salir del estudio, "por lo civil o lo criminal". Probablemente, al lavabo. Un recorrido accidentado: a duras penas pudo esquivar las piernas del resto del público, pero cuando había conseguido lo más difícil tropezó estrellándose contra el suelo, frente a los ojipláticos locutores. Patapum. La ceja y la nariz ensangrentadas, y a recibir asistencia. De todo tipo.
"¿Es una performance"?, se preguntaba Broncano segundos antes del gran final del espontáneo. Si lo era, el tipo se lo curró. Con sangre y todo. Ni Pablo Motos en 'El Hormiguero'.