La ultraderecha mediática ha montado un pollo de campeonato con las peripecias adúlteras de Alfonso Merlos. El periodista facha que más gomina gasta del planeta Tierra ocupa el 90% de la parrilla de Telecinco, gracias a su curioso concepto de las relaciones de pareja, su doble moral y las nuevas revelaciones que se destapana minuto a minuto. Pero al margen de lo que haga o no haga Merlos con sus conquistas, hay un elemento que el murciano, la amante Alexia Rivas y la exnovia Marta López intentan torear como si fuéramos burros: que se han pasado el confinamiento por el arco de triunfo. Su domicilio parece un vagón de metro, y por allí ha pasado un 5% de la población de Madrid mientras el resto del mundo se tenía que quedar en casa por las medidas contra el coronavirus. Merlos repite como un loro: "tengo un permiso, soy periodista". No, Merlos, no. Este no es problema: el tema está en que quizás tú sí te quedabas en casa, pero las puertas de tu chalet estaban abiertas de par en par para recibir a las protagonistas de este merdé. Y con aquella alegría.
Y claro, saber que unas y otras han ido desfilando por Merlosplace es tan grave como que hubiera salido a la calle para bailar sevillanas, colgarse de un árbol o cantar canciones de amor al universo femenino. Se lo ha saltado, por obra u omisión. Todo eso mientras pontifica sobre la rectitud, la moral, los muertos de coronavirus o el sexo de los ángeles. Pero hay más: Merlos es periodista y abogado, y jefe de prensa del Colegio de Abogados de Madrid: 180.000€ al año, por cierto. Un galáctico. Eso sí, los socios de su club, los letrados de la Comunidad de Madrid, han pedido su cabeza por violentar la ley y el decreto de estado de alarma, aparte de manchar el nombre de la institución. Ahora bien, Merlos mantiene el cargo gracias al decano, José María Alonso, que recibe criticas por todas partes. Y una de las más sonadas, la de Gonzalo Boye, abogado al que no ampararon con el proceso judicial de Carles Puigdemont: "¿Pero aún no le han cesado"?
Las cloacas apestan por todas partes. La ultraderecha es endogámica y protege a los suyos.