Lleva casi 50 años fuera de las pantallas de cine, pero es difícil olvidarla. Retirada desde 1973, Brigitte Bardot sigue siendo a sus 86 años una musa del séptimo arte, además de un mito erótico intemporal, icono de la moda, activista por la naturaleza y de vez en cuando, autora de comentarios escalofriantes de tufo rancio y xenófobo. También probó fortuna como escritora y cantante, aunque su fama se cimentó sobre películas como 'Y Dios creó a la mujer', de 1956. El público se deshacía con su imagen y su sensualidad, convirtiéndola en una estrella muy deseada, pero también en el blanco de ataques de todo tipo. Muchas veces, eso sí, se lo ha ganado a pulso.
Bardot vive encerrada a cal y canto en Saint Tropez, en una mansión que sirve de refugio para más de 1.000 animales abandonados. Es una de sus pasiones, obsesiones y preocupaciones, la del bienestar de los animales. Son muy pocas las veces que sale de casa y la podemos ver en público. Cuando lo hace, el espectáculo y la polémica están aseguradas: crítica con el #MeToo ("hipócritas, ridículas y sin interés"), islamófoba ("los musulmanes destruyen el país"), llepaire con la extrema derecha de Le Pen (está casada desde 1992 con un exasesor del ultra francés) o negacionista de la raza humana: "No formo parte de la especie humana. No quiero serlo. Me siento diferente, casi anormal". Una joya.
86 bien (o no tan bien) aprovechados: ha hecho de todo y, especialmente, ha dicho cualquier cosa. Otra cosa es que alguien le haga caso. En todo caso, felicidades.