Brooke Shields es más que una actriz para toda una generación: es un icono. Los menores de 40 años no saben quién es. Para ellos es la madre de Hanna Montana en la película o una estrella invitada de un capítulo perdido de Friends. Para los mayores de 40 es un mito. Contribuyó al despertar de muchos adolescentes con la película más absurda y bonita de 1980, El lago azul (The blue lagoon). El argumento era como de película para adultos pero pensada para todos los públicos: una pareja de adolescentes naufragan en una isla y descubren la pubertad, la naturaleza y la unión de los cuerpos. Eran insultantemente guapos. Acaban teniendo un hijo. Dos únicos protagonistas y playas de arena blanca. Un éxito. El chico, Christopher Atkins hizo de adulto un papel en la mítica serie Dallas, de amante de Sue Ellen y enemigo de JR, y poca cosa más. Brooke Shields ha interpretado más papeles pequeños y de modelo. Hacía tiempo que no aparecía en un photocall y ha sido un shock verla en la actualidad. No parece ella. El tiempo pasa para todos:
Todos la recuerdan con aquel bronceado maravilloso, sedoso y pardo de la película El lago azul y ahora es pálida, con la mandíbula prominente, la boca torcida y una sola ceja, muy poblada. Qué le ha pasado. En su caso no es ni siquiera haberse mal operado. Solo es que el recuerdo era tan potente, tan bestia, que ha decidido no luchar contra él. La Brooke Shields de 1980 era un icono de la belleza, el más potente del momento, una Ester Expósito que habría arrasado Instagram. Ahora vive apartada del cine y es una mujer atractiva, con el aspecto que toca a su edad pero no recuerda nada la que el cerebro, con alevosía, tenía grabada.
El paso del tiempo ha sido más generoso con ella que con él. Su partenaire de El lago azul ha perdido más: Atkins era un niño rubito. Eunuco y angelical, medio asexuado y ahora es un señor mayor con aspecto de guiri en Mallorca. El lago azul es ahora una charca de sapos:
El lago azul, Youtube
Una de las campañas más famosas de la historia
Brooke Shields también será recordada como la modelo de la campaña publicitaria de los vaqueros de la firma Calvin Klein, famosa por la ropa interior sexi. En aquellos puritanos 80 la empresa optó por la modelo sin bragas bajo el pantalón y un eslogan provocador: "¿Quieres saber qué hay entre mis pantalones Calvin Klain y yo? Nada". Por el concepto de las imágenes, la campaña fue tildada como 'soft-porn', aunque eso no preocupó a los ejecutivos de la firma, que consiguieron multiplicar por diez las ventas.
Brooke Shields, historia del cine, de la publicidad y de la fotogenia.