Tamara Falcó e Íñigo Onieva ya son marido y mujer. Los tortolitos ya han dejado atrás su larguísima boda, con preboda, boda, postboda y requeteboda. Una boda que no se acababa nunca. Un paripé que ha hecho las delicias de los fans de la pareja, con 400 invitados, con alguna ausencia sonada y que tuvo de todo. Por ejemplo, vestidos y looks a tutiplén por parte de la novia, si tenemos en cuenta todas las celebraciones que hubo el pasado fin de semana en la finca El Rincón en Aldea del Fresno, en Madrid, lugar escogido para esta explosión de caspa y famosismo rancio que se congregó en torno a los novios.
Por muy celebrity que sea Tamara, por muy hija de Isabel Preysler que sea, los looks escogidos tuvieron cierto tufo de ramplón. Especialmente, el tercer vestido que escogió para su gran día... y su gran noche. Un vestido que, a priori, solo vio en la intimidad su ya marido Íñigo Onieva la noche de bodas, cuando los dos estuvieron juntos en la habitación para acabar el día comme il faut después de tanta celebración. Ahora, El programa de Ana Rosa ha mostrado el modelito íntimo, y al verlo, seguro que muchos espectadores han alucinado, porque no sabían si estaban viendo un vestido de noche nupcial o el hábito de una monja de un convento de clausura. La celebrity llevó un camisón nupcial y una bata. "Es un traje de dos piezas, una bata y un camisón. La bata la pudimos ver en las fotos de la exclusiva, no es la misma exactamente porque la de Tamara no lleva solapa", explica el periodista Pepe del Real. "El camisón de la marquesa llegaba en el mismo coche que los ya marido y mujer", dice, mientras tanto, la voz en off de un vídeo.
La más acertada, sin embargo, la estilista Mamen Marqueño, que aunque ha incidido en que es de una firma española, que suelen hacer piezas clásicas, "de seda muy caída y opaca, sin transparencias," la elección le ha sorprendido, por el poco atrevimiento de Tamara: "Ella sigue con su estilo clásico, es un escote en uve, pero le pone como un trozo de encaje para no romper la línea de lo clásico, acorde con ella. Es muy recatado, no hay transparencia. Yo creo que la noche nupcial es un poco más salvaje. Respeto todos los gustos, pero no hay ningún encaje, es una seda opaca, no deja nada que ver, y el detalle este cerrado en el escote, te está tapando, no te deja ver mucho más..."...
Como dicen, el hábito no hace al monje... Así que no saquemos conclusiones. Quién sabe, quizás, a pesar del camisón, la noche acabó con fuegos artificiales y el Cirque du Soleil.