Ni Mario Casas, ni Jon Kortajarena, ni Hugo Silva. La máxima estrella de la televisión española en estos momentos tiene nombre y cara de un actor turco que haciendo honor al título de la novela de Antonio Gala, despierta pasiones de mala manera. Can Yaman es el fulgurante protagonista de la teleserie Erkenci Kus, que arrastra miles de seguidores cada día. La fiebre de las series turcas está en su máximo esplendor. Culebrones como Kara Sevda o Fatmagül son seguidos masivamente por el público español. Y de entre todo el elenco de protagonistas, un hombre sobresale por encima del resto.

Yaman es el galán de moda. Una especie de Khal Drogo todavía más macarra, el hombre más deseado del momento, que amplía su número de seguidores en las redes cada día que pasa. En la serie que lo ha dado a conocer interpreta el hijo del propietario de una empresa que se enamora de una chica de origen humilde. En el canal que emite la serie, Divinity, lo definen así: "Se trata de un hombre musculoso y con una anatomía diseñada para el pecado".

Una anatomía que cuida al detalle, practicando a menudo el CrossFit, yendo una hora mínimo al gimnasio y comiendo regularmente ajo, ginseng o alcachofas. Antes de ser el Brad Pitt turco jugó a baloncesto e hizo de abogado, incluso en la prestigiosa Price Waterhouse Coopers. Y abuelas no le faltan: él mismo se ha definido en alguna ocasión como "delicia turca".

@canyaman

Pero la belleza exterior e interior que él mismo pregona no se corresponde del todo con la realidad. Por ejemplo, cuándo se enemistó con una compañera de reparto, Selen Soyder, que llegó a amenazar a los productores con abandonar la serie porque tenía miedo de su integridad. Según parece, Yaman le tiró una taza de té caliente en medio de una discusión. El actor fue sentenciado a pagar una multa de más de 1.000 euros y pedir perdón públicamente. Pero él se ha mantenido en una actitud retadora y se niega a las dos cosas.

No fue la única vez que han acusado al actor turco de agresivo. Hace poco le tiró una cámara a un grupo de fans que se querían hacer una foto con él. Unos hechos que no parecen, sin embargo, poder parar el ascenso fulgurante de Can Yaman en el olimpo de los sex-symbols televisivos.