Carla Vigo, sobrina de la reina Letizia, continúa dando tumbos por la vida. Una existencia realmente complicada la suya, quedó huérfana de madre con 6 años. Érika Ortiz se suicidó un 7 de febrero de 2007 con una sobredosis de pastillas. Lo hacía en el apartamento que la entonces presentadora había utilizado durante sus años en Madrid, y que abandonó cuando se comprometió con Felipe de Borbón. Aquella muerte voluntaria, dejando a una niña pequeña sola en el mundo, siempre ha sido un tema espinoso. Algunas fuentes de la propia familia asturiana apuntaban a la presión ejercida por la Casa Real y por Letizia sobre la madre de Carla, y que resultó insostenible. Pero este ha sido siempre un tabú para la reina. Como si no existiera.

Lo mismo le pasa a la joven de 22 años, que nunca ha disfrutado de la protección que disfrutan otros familiares, todos ellos en situaciones mucho menos severas y dramáticas. Parece que no cuenta para Letizia, cómo evidentemente no lo hace para los clasistas Borbones. No hay contacto entre primos, y todavía menos nadie que la ayude. Lo está pasando mal. Mucho. Ha perdido la pareja, el trabajo, la casa. Confesó sufrir un trastorno de salud mental, como la bulimia nerviosa, que arrastraba desde bien pequeña y que nadie la ayudó a detectar ni tratar. Y hace unos días ingresaba en el hospital La Paz de Madrid, por un problema que no ha sido revelado. Hasta allí se desplazaban sus abuelos, los padres de Letizia, Jesús Ortiz y Paloma Rocasolano. Nadie más. Ni su tía Telma, que celebraba el cumpleaños de la pequeña Erin, ni por descontado, la reina. Ni rastro.

Jesús Ortiz, abuelo de Carla Vigo, con su mujer Ana Togores / GTRES
Paloma Rocasolano, abuela de Carla Vigo / GTRES

Carla Vigo, muerte de un amigo, se ha quitado la vida

Pues bien, la hija del escultor Antonio Vigo no deja de recibir malas noticias. Tan malas como que despiertan todos sus fantasmas del pasado. Una tragedia vuelve a sacudir su día a día, han encontrado muerto a un amigo en Aranjuez, la localidad madrileña donde se crio. Resulta que después de meses de intensa búsqueda por parte de las autoridades, la aparición de un cadáver confirmaba el peor de los escenarios: se había quitado la vida. El hallazgo de la policía, a falta de la confirmación de la autopsia, era concluyente. La pesadilla de Carla Vigo, otra vez. "No me lo creo", ha escrito consternada, triste, desecha. No levanta cabeza: o no puede o no la dejan.

 
Carla Vigo consternada por su amigo muerto / Instagram

La sobrina de Letizia, desamparada

La familia del desaparecido ha informado del desenlace de este caso a través de las redes sociales, y Vigo ha compartido esta información ocultando la identidad de los autores de la publicación, por respeto y privacidad. "Es el final de casi seis meses de dolor, sufrimiento y temores para todos nosotros", explican, a la vez que agradecen la colaboración y el apoyo que han recibido por parte de los vecinos, conocidos y amistades del finado. El impacto sobre Carla, en estos momentos de tanta fragilidad emocional, debe ser importante. Confiamos en que reciba ayuda, que no la dejen digerir esta nueva desgracia sola, que las amigas y amigos (que los tiene), y los pocos familiares que se acuerdan de ella, la consuelen y la animen para seguir adelante. A ser fuerte. A no sentirse, una vez más, desamparada y abandonada.

Carla Vigo / Instagram

La vida puede ser cruel. En algunos casos, hasta límites inhumanos.