Las manifestaciones de madrileños muy ricos, muy de derechas, muy españolistas y muy temerarios asombran: los 'Cayeborrokas' (ya tienen mote en redes) salen a la calle con impunidad y pasividad policial, a pesar del confinamiento por el coronavirus. La primera vez en su vida que reivindican algo, aparte de asistir al funeral de Franco (o la exhumación) o la famosa "mani de Colón". La última jornada vimos furgonetas de policía nacional "controlando" el centenar largo 100 borjamaris, cucas y similares que se pasan las medidas contra la pandemia por el arco de triunfo, pero sólo faltó que les abrazaran e incluso, sacaran las cazuelas y cerraran filas con los sublevados. Un espectáculo indigno.
Los manifestantes son espoleados por Ayuso y VOX, como si se tratara de una generación de libertadores que nos salvarán de todos los males del universo. Héroes envueltos en banderas a quienes se tiene que rendir homenaje. El problema es que este grupo lo hace por radicalidad ultra y sueños de golpe de estado. Y mucho egoísmo y mala leche, porque no son hermanitas de la caridad, precisamente. Un ejemplo de su talante lo hemos encontrado gracias a la revelación del corresponsal de TV3 en Madrid, Carles Castellnou. El periodista recuerda los viejos tiempos en el distrito de Salamanca, cuando hacían guardias esperando encontrar a Rodrigo Rato por sus "detenciones y robos". Un trabajo pesado, con largas horas de espera, y salpicado con el sabotaje y fechorías de los residentes contra los profesionales de la información. El tuit es revelador: "Ay esta gente manifestándose en el barrio de Salamanca. Bajaban al bar dónde íbamos a comer o a hacer pis y presionaban para que cerrasen el local y así fastidiarnos. Fantásticos son"
Será una anécdota, pero habla perfectamente de los intereses de estos ciudadanos oprimidos y correligionarios de Ana Rosa Quintana. Angelitos.