Carles Francino, merecidamente, enamora. Y lo hace, primero, por su bondad: un tipo que los que tienen la suerte de haberlo conocido, dicen maravillas de él. Buena persona hasta decir basta, siempre con una sonrisa de oreja a oreja, empático y optimista, a sus 44 años está pasando por un momento dulce, tanto desde la vertiente profesional como personal, feliz con su pareja, la cantante Izah, y con el hijo de los dos, el pequeño Gio, que tiene dos años y medio.

Francino tiene ya, a sus 44 años, una sólida carrera ante cámaras. Lo hemos visto en muchísimas series y películas como Operación Marea Negra, Días mejores, Amar es para siempre, Las chicas del cable, Sé quién eres, Víctor Ros, Águila roja, Bandolera, Hospital Central, Ventdel`là, El cor de la ciutat, Tengo ganas de ti, Yo sou la Juani y tantas otras. En esta película, haciendo un pequeño papel como futbolista. Y ciertamente, los que vieron La Marató este domingo en TV3 se habrán quedado con los ojos como platos al ver una habilidad que no le conocíamos a Carles.

Durante media mañana y mediodía, Albert Om conectó con Joel Díaz desde Terrassa, donde tenía lugar el partido amistoso de fútbol para recaudar fondos que siempre están llenos de caras conocidas. Y quien no faltó fue Carles. Primero, conexión donde lo vimos en el vestuario, antes de saltar al césped, al lado de la presentadora de deportes de los TN de TV3, Maria Fernández Vidal, el youtuber andorrano Spursito, los periodistas Gerard Romero y Aina Cerdà (los dos entrenadores) o el exjugador Jonathan Soriano. Y después, en pleno parido, justo cuando silbaron un penalti y el encargado de lanzarlo fue precisamente él. Y todos los espectadores, de pasta de boniato al ver la ejecución de la pena máxima: un golazo descomunal, un chut que muchos jugadores de primera querrían tener.

Viendo estas imágenes nos hace pensar que seguro que el mundo de la interpretación, con él, ha ganado a un actor excelente, pero está claro que el mundo del fútbol ha perdido un jugadorazo.