Este lunes, como cada inicio de semana, los culés teníamos un motivo más para hacer (a los que nos gusta) una cosa altamente recomendable: leer la prensa tomando un café antes de ir a trabajar. Y como decíamos, este lunes, este hábito ha sido todavía más reconfortante, ya que después de la descomunal victoria de este domingo del Barça contra el Madrid en la final de la Supercopa de España, los culés somos hoy un poco más felices. Repaso brutal de Xavi Hernández a Carlo Ancelotti, los jugadores madridistas ni olían la pelota persiguiendo sombras, los jugadores del Barça, que en una actuación imperial, especialmente de Gavi, Pedri, Balde, Araújo o Frenkie de Jong, consiguieron que todo el mundo quedara maravillado.

Alegría, como decíamos, la de estos culés este lunes a la hora de leer el diario... O a la hora de escribir. Es el caso del periodista Carles Francino. El locutor catalán de la Cadena SER, culé reconocido, ha publicado su habitual artículo de opinión en las páginas de El Periódico. Pero este 16 de enero, el tema del cual ha preferido hablar Francino no tiene nada que ver con el fútbol, sino con la política, aunque a menudo se dice que el fútbol y la política no son dos mundos tan radicalmente opuestos como habría que pensar, y que a menudo, determinadas actitudes en el Congreso parecen las mismas que en algunas gradas de algunos estadios con los seguidores más hooligans.

Carles Francino / Cadena SER

El locutor ha hablado de qué pasa en Catalunya y de las mentiras que llegan (y se creen) en determinados puntos de las españas, haciendo bueno aquello de enreda, que algo conseguirás, haciendo bueno aquello que muchos políticos ultras hacen, mentir descaradamente sobre qué pasa en Catalunya (o qué dicen ellos que pasa en Catalunya) y creérselo. ¿Por qué? A raíz de lo que oímos hace unos días con el intento de golpe de estado en Brasil, que algunos comparaban, con mucha bajeza moral, con lo que pasó en Catalunya en el 2017. Hablamos, of course, de la poca vergüenza de la portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra.

Cuca Gamarra / Europa Press

Francino considera que en España, a menudo, como ahora, se ha mentido: "mentir con descaro cuando se difunde el bulo de que en España la ocupación violenta de instituciones quedaría tipificado poco menos que como travesura por las reformas que ha impulsado el Gobierno de Pedro Sánchez en el Código Penal. Es falso, claro, pero da igual. Porque la política ya no es un contraste de ideas sino un combate a cara de perro por fidelizar a los tuyos y agruparlos contra un enemigo, el que sea". Francino avisa de que la política, dice él, ahora se ha convertido en un "combate a cara de perro por fidelizar a los tuyos y agruparlos contra un enemigo, el que sea. La ultraderecha lleva ventaja en estas prácticas, sí, pero cuidado porque nos estamos metiendo todos en una suerte de guerra de religiones, donde a los seguidores -potenciales votantes- se les exige, por encima de todo, fe. O sea, considerar herejía todo lo que venga de fuera".

Carles Francino / TV3

Al periodista se le ha encendido la luz para tener tema para su artículo semanal de este lunes viendo la tele. Concretamente, sentado en el sofá de casa viendo una película que cogió por casualidad el otro día en un canal. Un filme de hace tiempo, muy famoso, de Mel Brooks, una joya del humor como es El jovencito Frankenstein. ¿Y por qué pensó en Catalunya y la independencia? Por una escena muy concreta, mítica e inolvidable, que seguro que los que la han visto, recordarán bien. Hay un personaje, Frau Blücher, que cada vez que suena su nombre, altera a los caballos: "Me encantó ver otra vez a Marty Feldman haciendo la puñeta a los caballos, que relinchan automáticamente en cuanto oyen el nombre de Frau Blücher". Y aquí viene la comparación: "La política española tiene también su palabra fetiche para provocar agitación. Y esa palabra es 'Catalunya'. A la que si encima se le añade independentismo, como estés cerca del caballo, además del relincho -y algún rebuzno- te puedes llevar una coz. Pero es lo que hay. Toca resignarse y aceptar que Catalunya volverá a ser el arma arrojadiza en este año electoral".

Francino dice que "no tengo tan claro que haya que plegarse también a admitir la mentira como moneda de uso corriente. Es verdad que los hechiceros del 'procés' dieron munición a todas las variantes del españolismo; desde la de los supuestos patriotas que añoran el modelo de una, grande y libre; hasta personas que, simplemente, se sienten parte de un país que no desean ver troceado". Pero para él, no justifica las mentiras que se dicen desde buena parte de España.