Desconocemos si Carles Francino vive en una casita baja apartada de todo, en medio de la calma, la paz y la tranquilidad del campo, y sin ningún vecino en muchos metros a la redonda, o si por el contrario, su vivienda se encuentra en un bloque de pisos y en el rellano, el piso de abajo o el de arriba, aparte de él y su familia, hay otros vecinos. Si se trata de esta segunda posibilidad, desconocemos también cómo se lleva él con los vecinos, si se saludan cordialmente, si se quejan o se critican mutuamente cuando salen del ascensor y cierran la puerta de casa o si tiene una buenísima relación e incluso van a correr juntos. Sea lo que sea, seguro que no tiene unos vecinos como los que tienen una pareja de Barcelona que acaban de ser padres de su primer hijo.
Una pareja del barrio de Sants, padres primerizos, que no da crédito a lo que se encontraron colgado en la puerta. Un cartel de unos vecinos muy tolerantes que indignaron a la pareja. La madre estalló y lo compartió en redes, manifestando su indignación: "Lo que nos hemos encontrado colgado esta mañana en la puerta de casa, mi compañero y yo, hace énfasis del egoísmo recalcitrante, la falta de tolerancia y de empatía, que hay en esta sociedad en que vivimos". ¿Y qué se encontraron? Una nota donde unos vecinos los decían cosas como "estamos muy molestos con los lloros del bebé (...). Llevamos más de medio año aguantando sin tregua los lloros (...). Grita a pulmón tanto de mañana como sobretodo de noche (...). Hace mucho tiempo que no podemos descansar (...). No creemos normal que un bebé esté por la noche más de 15-20 minutos llorando de seguido (...). Durante el día no queda otra que aguantar todas las lloreras que tiene, pero por la noche ya se hace bastante insoportable".
La noticia ha generado una encendida respuesta en 'X', antes Twitter, y también se ha referido el locutor de Reus. En un artículo en el diario El Periódico, Francino alucina de cómo hay personas que se ponen tan poco en el lugar del otro. Un ejemplo más de cómo a veces, la sociedad se va al garete. Y ha estallado contra los que escribieron la nota que titularon con "QUERIDOS VECINOS DEL PRIMERO DEL BEBÉ". Francino entiende la "frustración de la madre del bebé que tiene la extraña costumbre de llorar", dice con todo el sarcasmo del mundo. Y es que tiene toda la razón. Los bebés lloran. Todos. Unos más y otros menos, pero es lo que hay. Y a quién no le guste, dos piedras. Francino también escribe que la madre lamenta "la falta de empatía que rezuma la nota y el uso del anonimato para algo que es de primero de convivencia".
Francino entiende que "las grandes ciudades añaden un plus de dificultades y de tensión para conservar la calma y relacionarse con los demás; está el ruido de las motos, de los coches, de los bares, de los camiones que recogen la basura, las sirenas, las aglomeraciones en el metro o en el autobús, los fiesteros que van de madrugada aullando por la calle…". Pero quejarse por los llantos de un recién nacido es, sencillamente miserable. "Quejarse porque llora un bebé, y sobre todo hacerlo a través de una nota anónima, creo que es récord olímpico de intolerancia. Será la herencia de los Juegos del 92. Decididamente, no vamos bien". No hay que añadir nada más.