Carles Puyol es una leyenda deportiva. El defensa de la Pobla de Segur se convirtió en un mito del F.C.Barcelona gracias a una carrera llena de éxitos, de victorias, de un liderazgo que ya querría Albert Rivera para su máster de 'chichinabo'. De hecho no es que sólo sea eterno para los culés, es que todo el fútbol mundial lo admira y lo estima. Sus gestas son imborrables, propias de alguien muy grande. De los mejores de la historia, aunque no luzca Balones de Oro. No le hacen falta. Su trayectoria habla por sí misma.
Su salida del fútbol en activo no ha disminuido su popularidad, ni mucho menos. Y lo que es más importante: puede disfrutar de sus grandes tesoros, su mujer, Vanesa Lorenzo, y las dos hijas que tiene con la modelo: Manuela y Maria. Los cuatro forman una familia de las que tienen dan gusto. Cada vez que los vemos en público podemos contrastar su felicidad.
Volviendo a la huella que dejó el '5' del Barça, acabamos de enterarnos de un episodio muy curioso que ha tenido lugar en los Emiratos Árabes. Y no, no tiene nada que ver con el huido Juan Carlos I, que se muerde las uñas ansioso por volver a España a pocos kilómetros de distancia. La escena en cuestión la ha compartido Vanesa desde la habitación de su lujosísimo hotel en Dubái, el Palazzo Versace. Para entender de qué tipo de establecimiento estamos hablando, miren la instantánea que ha colgado la experta en yoga. Escribe un mensaje que tiene dos partes: la primera hace referencia a la decoración y el estilo de su refugio, y no le falta el cachondeo: "Me parece que falta una figura de Lladró por aquí".
Hay una segunda parte de la frase que tiene jugo: "El pastel no tiene desperdicio". No, se refiere a los colores de las paredes, la cama y el mobiliario de la habitación. Habla de lo que se ve en la siguiente fotografía: el regalo de bienvenida dirigido a Puyol, personalizado al máximo. Un pastel que no sabes exactamente si zampártelo o si forma parte de los adornos de la suite, en el que destaca el oro y una fotografía comestible de Carles en chocolate con la camiseta azulgrana y saludando a cámara. Muy kitsch, sí, pero todo un detalle de los poderosos árabes, que siempre han estado muy pendientes del Barça, especialmente de sus mejores jugadores y emblemas. Seguro que estaba buenísimo, aunque daba cosa morderlo.
Seguro que Puyol habrá recibido todo tipo de presentes y obsequios a lo largo de su vida. Pocos, sin embargo, habrán sido como este. Qué delirio.