Carlitos Alcaraz es alguien absolutamente inimitable. Un hallazgo que ha irrumpido con una fuerza espectacular en el mundo del tenis. Pero no solo eso. El de El Palmar se ha ganado el corazón de todos los aficionados no solo por cómo juega, con golpes descomunales marca de la casa, como su dejadita, sino también por el carácter que tiene. Es un disfrutón de la vida, se lo pasa bien y nos lo hace pasar bien, tiene la cabeza muy bien puesta, toca de pies en el suelo, pero no rehúye conseguir sus sueños. Y siempre, siempre, siempre, con una sonrisa en la boca. Este prodigio de crío, de solo 20 años, maravilló el domingo ganando el torneo de Wimbledon a un monstruo de la hierba como Novak Djokovic, el tenista que más Grand Slams tiene de la historia. Pero a Carlitos le lamió un pie y ganó una final para la historia. "No he jugado contra nadie como él", dijo el tenista serbio. Y todavía es más gráfica la descripción de Àlex Corretja: "Es una estrella del rock".

Alcaraz despierta pasiones. Su sonrisa y su actitud ante la vida. Sin embargo, lo más importante, sin que se le suba la fama a la cabeza. Buena parte de culpa la tiene él mismo, un chico con juicio, pero también su familia y su equipo. Con Juan Carlos Ferrero haciéndole de segundo padre. El extenista valenciano vio en él algo especial que el resto no tenían, y desde hace cinco años es quien le ha enseñado todo lo que sabe y quien le guía por el buen camino. La química entre el jugador y su entrenador es total, y todo el mundo se emocionó cuando vieron el sentido abrazo entre los dos, instantes después de ganar Wimbledon, llorando en el palco de Alcaraz.

Juan Carlos Ferrero, llorando abrazado a su pupilo Carlitos Alcaraz / Movistar+

Ferrero no solo lo entrena y lo aconseja 24/7, siempre pendiente de él. También lo acoge en su casa. O lo que es como su casa, la Academia Equelite, un centro de alto rendimiento para jóvenes tenistas que se encuentra en Villena, Alicante. Hablando de casas, aquí está donde precisamente vive, descansa y se evade el número 1 del mundo cuando no está en algún torneo maravillándonos como acaba de hacer en el torneo británico. Un precioso bungalow de 90 metros cuadrados, que cuando le ves, piensas que le pega mucho a alguien como Carlitos y su carácter alegre, trabajador y con nada de soberbia. Una preciosidad de lugar, un rincón idílico, un lugar de cuento de hadas, como el que parece que está viviendo el joven tenista. Una casita de madera sin muchos lujos, pero igualmente encantadora. El lugar ideal para que siga manteniéndose con los dos pies en el suelo. Su segunda residencia después del miniapartamento de 25 metros cuadrados donde vivía antes. Un sitio precioso y acogedor, como pueden ver en las imágenes:

 
 
 
 
 

Una cabaña que tardará en volver a visitar, porque el jugador quiere seguir defendiendo su número 1 del mundo y tiene previsto apuntarse a diferentes torneos antes de que llegue el Open de los Estados Unidos, donde defiende muchos puntos, ya que el año pasado se proclamó vencedor.