El hijo mayor de Mar Torres es uno de los personajes mediáticos de los últimos tiempos. El actor, nacido durante la relación de la exmodelo con el aristócrata italiano homónimo, Carlo Constanzia, comenzó un descenso a los infiernos a raíz de una actividad delictiva y condenada por los tribunales: la estafa continuada en la compraventa de vehículos. 21 meses de prisión para un joven de 31 años de buena familia pero con más antecedentes penales. No está en una cárcel convencional, pero duerme en un centro de reinserción y lleva una pulsera telemática: su libertad está controlada. No así, sin embargo, su día a día. Últimamente va movida la cosa. Y empieza a pasarle factura.
Hace un par de semanas, Carlo era el invitado del programa de Telecinco 'De Viernes', el 'deluxe sin deluxe' regalado a las productoras de Ana Rosa Quintana. Su intervención nos presentaba a un tipo traumatizado por una infancia y adolescencia conflictiva, un entorno familiar difícil, un contacto demasiado estrecho y habitual con sustancias. Reproches, miserias, también propósito de superación personal para dejar las drogas, para enmendar errores, para recuperar su vida. La confesión fue conmovedora a veces. Creíble. Pero esta última semana se ha producido un nuevo terremoto. Y él es el único responsable.
Constanzia tenía una pareja a la que ha abandonado de aquella manera: básicamente lo ha hecho cuando han salido publicadas las fotos besándose con otra chica. No una cualquiera, la ha escogido de clase VIP: la hija de Terelu Campos y nieta de la difunta María Teresa, Alejandra Rubio. La joven colaboradora de televisión está abierta al amor y los paparazzis lo saben, por eso la pillan a menudo en actitudes, como diríamos, probando el material. Se besó con el futbolista y ex del Barça Carles Aleñá, y la cosa no fue bien, y ahora vuelve a pasar con Carlo. ¿La diferencia? Que con el hijo de Mar Flores el alboroto es mayor... y que parecen decididos a seguir conociéndose profundamente. Hay más citas, declaraciones y programas enteros dedicados a la flamante pareja.
Carlos parecía divertido con el espectáculo, pero el interés ha acabado por hacerle la puñeta de manera seria. Le ha destapado el gran secreto, uno que afecta a su libertad personal: ha alquilado un piso en Vallecas para no tener que dormir nuevamente en el centro de reinserción. Evidentemente, la vivienda también le aportará un nido de amor, o lo que surja, con Alejandra, pero claro: los paparazzi ya han fichado el lugar. Y lo han frito a fotos y vídeos. Mala cosa para un famoso, y menos en sus circunstancias. Se ha cabreado, sacando el carácter de su madre contra la profesión rosa. No le falta razón: "No saquéis mi casa, no saquéis mi casa. El coche lo compro porque me váis siguiendo todo el día". Se calienta, levanta los brazos y el tono de voz contra el fotógrafo, que no solo no le hace caso, es que también le rebate el argumento: "¿Cómo no voy a coger la matrícula de tu coche? ¡Todos los días, en todos lados!" Señala dos vehículos: "El mismo coche, el mismo coche". Furioso, remata: "Llega un momento que ya es acoso. ¿Esto no es acoso, lo demás sí, esto no? ¿Cómo no te voy en coger la matrícula, si tú me grabas la casa y lo que sea?" Constanzia arrepintiéndose de haber caído en la trampa de Telecinco en 3,2,1...