De acuerdo. La coyuntura económica ha provocado un aumento escandaloso de los precios de artículos y servicios. La inflación se ha disparado y las empresas han repercutido la carestía sobre los clientes. Ahora bien, este fenómeno ha entrado en una zona valle. El ascenso se ha desacelerado; no sabemos si es una tendencia real o un espejismo, pero la lógica dictaría que los mismos que han subido los precios ahora tendrían que hacer el camino contrario, ¿no? Pues no. Ya sabemos que no está siendo así. Con un añadido importante: el Gobierno eliminó el IVA de alimentos y productos básicos de la compra diaria. Sin embargo la escalada es imparable, llegando a límites absolutamente surrealistas.
El actor catalán Carlos Cuevas nos aporta un ejemplo de esta deriva injusta, incomprensible y, en muchos casos, abusiva. Esta mañana ha entrado en un conocido establecimiento de hostelería de Barcelona que pertenece a una cadena especializada. No tenemos ningún problema en reconocer que sus productos son buenos, sabrosos, bien hechos. También podemos añadir que no son precisamente baratos, pero vaya: la ley de la oferta y la demanda ya va de eso. Si te gusta lo que venden tienes que pagar el precio. Punto final. O no. Porque en algunos casos se han pasado de la raya. Y Carlos, especialista en la denuncia de comportamientos y situaciones ilógicas y enervantes, ha pasado a la acción.
Carlos Cuevas y el intento de atraco que ha presenciado en un local de Barcelona
El mencionado local es especialista en productos italianos, postres, etcétera. Hay elaboración y buenas materias primas. Fantástico. Incluso ofrecen complementos a sus clientes, como piezas de fruta fresca y de temporada. Por ejemplo, manzanas, plátanos y mandarinas. Estas últimas ya no estarían de temporada si somos estrictos, pero vaya, cuela. Lo que no cuela es el precio que te piden por cada pieza, una barbaridad. Una mandarina, 1'20€. O un plátano. O una triste manzana puesta sobre un plato de madera junto a la caja registradora, entre envoltorios de azúcar, vasos reciclables, infusiones y botellitas de agua. El mejor escaparate de todo el establecimiento, sin duda, reservado para el artículo de más lujo. Fruta de oro. Vaya atraco.
Cuevas revienta: fruta de temporada a precios prohibitivos
Es lo mismo que piensa el mítico protagonista de 'Merlí': esto no tiene un pase y no piensa callar. "Qué vergüenza, colega". Directo, coloquial e indignado. Todo es un auténtico desbarajuste en esta foto, y no solo el precio. Pero como los bolsillos y las carteras van tan apurados hoy en día, pues la cosa clama al cielo. Imposible no pensar en las pobres almas cándidas que quieren mantener una dieta saludable y tienen que pasar por esta humillación comercial tan impúdica. Se pasarán pronto al colesterol del malo y a los productos ultraprocesados: no hacen bien al organismo, pero cuando menos saben que podrán pagarlos. Tela marinera.
Quina vergonya, colega. pic.twitter.com/8L6E93RnWM
— Carlos Cuevas (@CarlosCuevas44) May 2, 2023
El drama total: que abras la mandarina de las narices y esté dura, ácida o insípida. Quizás hay una cámara oculta grabando la escena y la próxima Navidad acabamos siendo protagonistas del "Inocente, inocente."